martes, marzo 16, 2010

Adiós a Édgar Valcárcel





Por: José Quezada

Sábado 13 de Marzo del 2010

Ha partido un hombre grande de la cultura peruana e iberoamericana: Édgar Valcárcel. Su ausencia será sentida enormemente, pero su legado como compositor, uno de los más importantes de Latinoamérica en el siglo XX, estará siempre allí, señalando la llegada de la modernidad a los Andes, como él solía decir. Aunque a lo largo de su trayectoria los Andes conquistaron a la modernidad y el acervo tradicional puneño fue cada vez más significativo como material e inspiración.

Alumno de Andrés Sas, egresó del conservatorio y prosiguió estudios en Estados Unidos, donde conoció a Alberto Ginastera, que lo llevó a Buenos Aires como becario del Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales (Claem). Ade-más del ilustre compositor argentino, tuvo allí como maestros a Copland, Malipiero, Messiaen, Dallapiccola, Maderna y Asuar. A partir de Ginastera y del Claem, su trayectoria como compositor empezó un proceso de afirmación de la personalidad creativa y de su originalidad. Recientemente tuve largas entrevistas con Édgar para un trabajo de investigación de doctorado y me remarcaba que el encuentro con Ginastera cambió su vida. En pocos años aparecieron obras como “Checan I” y “Checan II”, la segunda una de las partituras más importantes de la literatura sinfónica peruana. También su concierto para piano y orquesta, el “Canto coral a Túpac Amaru” y el “Responso para un Karabotas” para soprano y orquesta. Tenemos la obligación de mantener vivas estas obras e imponerlas en el repertorio.

Posteriormente recibió dos becas de la Fundación Guggenheim para estudiar composición electrónica en la Universidad de Columbia-Princeton con Ussachevsky y Lanza; Recibió después invitaciones y becas de investigación de los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y Alemania. Desempeñó cargos como la subdirección de la Casa de la Cultura del Perú y la dirección artística de la Orquesta Sinfónica Nacional. Fue profesor de composición y luego director del conservatorio. Padeció el Perú con sinsabores, frustraciones, olvidos e ingratitudes imperdonables.

Pero su obra recibió premios y reconocimiento tanto en el Perú como fuera. Hace dos años el Centro Cultural de España le rindió un merecido homenaje en su Festival de Música Contemporánea, y editó un CD con algunas de sus más importantes obras. Fue miembro del Colegio Latinoamericano de Compositores y hasta el último año de su vida estuvo siempre presente en foros de música nueva americana y mundial. Pianista, excelente acompañante, abordaba un extenso repertorio de música de cámara y lieder, además de la música de sus contemporáneos. Y nunca faltaba a la fiesta de la Candelaria en Puno.

En lo estrictamente personal, me embarga el dolor por la partida de un amigo afable, siempre atento a compartir el entusiasmo como las penas. Se va un maestro de largos años. Deliberadamente extendí el plazo de esas entrevistas mucho más de lo que formalmente habría sido suficiente y por varios períodos. Es que su saber seguía incrementándose siempre abierto a lo nuevo. Aunque Édgar seguía asombrándose con la “Patética” de Tchaikovski, la “Sinfonía en re menor” de Franck, con Brahms, Schumann o Bach, entre tantos.

Biografía

ÉDGAR VALCÁRCEL (1932-2010)

Nació en Puno el 4 de diciembre de 1932, estudió en el Conservatorio Nacional de Música del Perú, donde fue alumno de Andrés Sas en composición y de Inés Pauta en piano. Sus obras han sido interpretadas en Europa, Estados Unidos, México y la mayor parte de los países de Sudamérica. En sus composiciones utiliza técnicas contemporáneas, así como recursos electrónicos y elementos de raíz folclórica, particularmente de la región altiplánica del Perú. Ha compuesto obras para orquesta, solista y orquesta, banda sinfónica, coro, voz y acompañamiento, conjuntos instrumentales, piano y otros instrumentos.

Como pianista actuó como solista de las orquestas sinfónicas nacionales del Perú, Cuba y Brasil, y participó en los festivales de música de la OEA en Washington D. C. y ofreció conciertos en Argentina, México, EE.UU. y Canadá. Fue profesor del Conservatorio Nacional de Música (1958-1984) y del Hunter College de Nueva York (1966-1968), entre otras instituciones educativas. Y recibió diversas e importantes distinciones por su incansable trabajo.

Fuente: "El Comercio".

martes, marzo 09, 2010

¿Cómo elegir un buen centro educativo?






Walter Paz Quispe Santos

Una de las preocupaciones de los Padres de Familia es cómo elegir un buen centro educativo para la educación de sus hijos o hijas. La verdad es que no hay un buen centro educativo ideal en la región, ni creo en el país. Lo que existen son docentes buenos y malos, desde la A hasta la Z. Y mucho de la calidad de servicios que brindan estas instituciones educativas se deben a los buenos educadores, y los desprestigios que se obtienen son por culpa de docentes X,Y,Z; es decir, los malos docentes. Así de simple.

Los buenos centros educativos se fijan en dos aspectos centrales para su éxito institucional. En primer lugar, el grado de complejidad con que seleccionan a sus estudiantes. La prueba de admisión para el primer grado de primaria o secundaria permite tener estudiantes con un buen nivel de rendimiento académico. Y si no se aplica ninguna prueba se corre el riesgo de no tener buenos estudiantes y por lo tanto esto hace que los buenos docentes se frustren. En segundo lugar, las instituciones con buen prestigio académico siempre se fijan en tener en sus filas a buenos educadores o educadoras del nivel A. Entonces la ecuación es importante como lo dijera Carl Jung alguna vez: “el encuentro de dos personalidades es como el contacto de dos sustancias químicas y si hay reacción ambas se transforman”. Esto quiere decir, que si hay exigencias de los buenos estudiantes y los docentes del nivel A, hay un avance académico significativo. Pero si los estudiantes son malos y los docentes buenos, estos segundos se frustran, y viceversa, si los estudiantes son buenos y los docentes malos, los estudiantes se frustran.

Otro aspecto que se correlaciona al asunto que comentamos es que el aprendizaje de calidad es producto de una enseñanza de calidad. Esto quiere decir, que sólo los buenos educadores pueden conseguir aprendizajes significativos. El deterioro de la calidad de servicios de muchos centros educativos se debe a que cuentan en su seno con profesores sin mucho compromiso y varias debilidades de enseñanza.

Hay otros aspectos que hay que considerar para elegir un buen centro educativo: el valor de la matrícula, horario de las jornadas de estudio, movilidad propia del centro educativo, ¿el colegio entrega alimentación? ¿La elabora un nutricionista?, ¿entregan implementos de estudio?, tiene instalaciones deportivas propias, tiene personal docente con trayectoria, enseñan idiomas, tiene seguros contra accidentes y con qué hospitales o clínicas tiene convenios, obligatoriedad del uso del uniforme, implementación tecnológica y para cuántos estudiantes, cantidad de alumnos por cada área curricular, ¡tiene policlínico o enfermería¡, ¿ofrecen algún seguro en caso de fallecimientos de los padres de familia?, Participación de los padres de familia, Estacionamiento para retirar personalmente a los alumnos, posibilidad de visitas en las mañanas.

Y como lo dijéramos líneas arriba, si la calidad de la enseñanza está determinada por los buenos docentes, estos merecen la mejor de las atenciones. Me refiero a los centros educativos privados. Con sueldos irrisorios de explotación como pagar tres soles la hora, cinco o siete soles hasta diez en el “mejor” de los casos, no se conseguirán buenos resultados. Estas formas de explotación existen en instituciones de reciente creación y muchos centros educativos adventistas en Puno y Juliaca. Los docentes en estas instituciones asumen varios compromisos, pero poco a poco sienten el deterioro, porque no son bien tratados. Por eso los padres de familia deben averiguar como están tratando estas instituciones a sus educadores.

Para los estudiantes “ser el nuevo del salón” es una experiencia que pocos aceptan por muchas razones, la incertidumbre de los autoritarismos de los primeros días de clase, el abandono del grupo de amigos, sin embargo; si existe un ambiente de receptividad para los nuevos alumnos y una oferta de buena calidad educativa, pronto el educando comprenderá que se encuentra en un centro donde todo ha sido perfectamente planificado para sentirse cómodo en una nueva aventura escolar de dimensiones trascendentales.




Fuente: Los Andes.