viernes, setiembre 05, 2008

Un nuevo libro de Literatura puneña


Acaba de publicarse el libro "Beso de LLuvia" de José Luis Velasquez Garambel, este primer tomo nos entrega selecciones desde la tradición oral andina y puneña, hasta la literatura escrita. En sus páginas cotejamos autores como Vicente Terán, Hector Estrada, Julián Palacios Ríos, Emilio Armaza, Telésforo Catacora, Moises Yuychud, José Antonio Encinas,Alberto Rivarola y Miranda, Gamaliel Churata, Emilio Romero, Mateo Jaika, Roman Saavedra, Alberto Rosselló Paredes, Lizandro Luna La Rosa, Oscar Cano Torres, José Portugal Catacora, Oscar Velasco Meza, Ruben Ponce Alvarez, Honorio Vasquez Mestas, Omar Aramayo Cordero, Luis Gallegos Arreola, Octavia Menendez, Jorge Flórez Aybar, Vicente Achata Vargas, Feliciano Padilla Chalco, Jovín Valdez Peñaranda, Zelideth Chávez Cuentas, Waldo Vera Bejar, Geny Francisco Cárdenas, Elard Serruto Dancuart, Adrián Miguel Cáceres Ortega, Javier Nuñez, José Luis Ayala, Christian Reynoso y Fidel Mendoza.

Se trata de una interesante aproximación a dilucidar la creación y las poéticas puneñas de todos los tiempos entremezclados entre la oralidad y la escritura. Las distintas miradas y los procesos que ha experimentado nuestra literatura hasta forjar su propia tradición. El segundo Tomo (en prensa) nos trae un refrescante estudio de la poesía y ensayo puneño.
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Te imagino Manuela.




Imagino un cántaro,
no de arcilla sino de transparencias,
construida con hiel
y una fábula de cristal.
Una artesana celeste, una música triste
y unas manos solemnes
atadas al barro del frío,
encadenadas en su aliento,
vigiladas en su vértigo.

Imagino una comisura,
envuelta en sus hileras,
sublimemente atadas a las esquinas
de tu mirada, esa que prefiere esconderse,
en una sombra que florece
esa que crece como tu presencia
que te trae de mi azuzada memoria infrecuente.

Imagino tu sonrisa que se agita,
en las apariencias del sueño
en la dibujada vasija de mis devaneos,
en la piel apenas amanecida
en sus cansadas tardes, en sus aquietados caprichos,
tercamente liberadas de esas prisiones dehesas
de los días sin los trazos del albur inexorable.

Imagino un rostro que se desvanece entre la grieta,
desfallece en el horizonte, en mi mirada que te recrea,
te busca y no te encuentra,
sólo unos rizos tristemente rozados por el viento,
cual estampas de un tiempo soportado
hilvanan unos caminos recorridos
por unos pasos deshechos,
otras miradas
ausentes
dadivosamente hurgadas por las premoniciones.

Te imagino, andando por ese viejo camino
de callo, ese mismo camino que ahora tus ojos
no pueden reconocer ni tus pies volver a dejar sus huellas.

Te imagino Manuela con la urgencia del tiempo,
Pero tú ya no me imaginas.
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