domingo, enero 23, 2011
Políticas Lingüísticas para la región Puno
Walter Paz quispe Santos
Uno de los temas de agenda en el desarrollo regional de Puno, es la construcción de políticas lingüísticas (y también culturales) que busquen que el futuro ciudadano regional viva a plenitud su ser y sea un actor del desarrollo de su destino. Las políticas lingüísticas estratégicamente implementadas a través de la educación permiten afirmar la identidad ciudadana intracultural y buscan un diálogo sostenido intercultural con otras realidades y culturas del mundo global.
El tiempo actual ya no está para practicar el monolingüismo castellano y pensar que aprenderlo a medias como ocurre en la actualidad nos garantizará el éxito social y cultural, tampoco pensar que el monolingüismo aimara o quechua es la única garantía para desarrollar procesos de diálogo en un mundo cambiante. Las exigencias de este tiempo hacen que con urgencia discutamos un tema que apoyará decididamente en la educación de las nuevas generaciones en un bilingüismo que se denomina de doble vía. Esto quiere decir, que necesitamos aimaras que hablen bien el inglés, o castellano hablantes que hablen bien el quechua, ingleses que hablen el quechua, o quechuas que dialoguen muy bien con performance en castellano. Lo que en realidad existe es un fenómeno lingüístico llamado semilinguismo, es decir, no se domina ninguna de las lenguas y todo se habla mezclado y mal.
Y este fenómeno supone que en el desarrollo sociocultural y lingüístico se planifiquen las lenguas para su uso y empleo en la enseñanza de la educación, así como muchos países desarrollados los realizan, superando el estigma de pensar que debe existir una sola lengua y nada más. Son raras las sociedades monolingües, lo más presente es el plurilingüismo no planificado. Esto quiere decir que de una sociedad plurilingüe pasemos a constituirnos en una sociedad multilingüe a nivel personal y social. Las relaciones de conflicto y los dolorosos desencuentros entre los peruanos son producto de esas incomprensiones. Ya lo dijo José María Arguedas, somos una sociedad de “todas las sangres” pero que esas sangres no pueden dialogar, no pueden comprenderse.
Lo más común en muchos educadores es prohibir a que hablen en aimara y quechua, exigir a que aprendan “bien” el castellano y que conozcan la gramática inglesa. Pero muchos estudiantes después de vivir la experiencia de la escolarización por catorce años, no logran aprender ninguna de las lenguas como es debido. Por eso, es urgente discutir, planificar y normalizar las lenguas de la comunicación y enseñanza en el aula y la institución escolar. Esto supone colocar en la agenda escolar: el aimara y quechua, el inglés, el portugués, el castellano, pero de manera planificada y pensada desde la construcción de políticas lingüísticas regionales hasta la concreción de un proyecto lingüístico de centro educativo y de aula en el marco de proyecto curricular regional.
Las políticas lingüísticas regionales nos permitirán comprender que tanto los estudiantes del medio rural y urbano, tienen derecho a aprender el castellano y el inglés o el portugués, ahora que se hace realidad uno de los corredores económicos como es la carretera transoceánica y que para interrelacionarnos con los brasileños necesitamos dominar el portugués como segunda lengua. Además comprenderemos que el desarrollo regional no se produce renegando de nuestras lenguas originarias como el aimara, quechua, uro. Ninguna sociedad consolidada económicamente ha crecido desde estigma cultural y lingüístico, todas las sociedades latinoamericanas o europeas se han afirmado en la cultura y la lengua para aseverarse económicamente y fortalecerse en su calidad de vida.
Este es uno de los mayores retos que la sociedad regional puneña necesita pensar para afirmar un futuro mayor y de plena convivencia en la interculturalidad e intraculturalidad.
martes, enero 18, 2011
“He vivido en vano” y “No soy un aculturado”
Este es pues parte del discurso de J.M. Arguedas en la famosa “Mesa Redonda” sobre la Novela “Todas las Sangres” de 23 de junio de 1965 a la cuál asistieron críticos literarios, sociólogos, economistas organizado por Jorge Bravo Bresani y Sebastián Salazar Bondy en el Instituto de Estudios Peruanos, en una suerte de ciclo de conversatorios, que tenían como tema las relaciones que se establecían entre la creación literaria y estas ciencias sociales.
(Copia del manuscrito que escribí anoche, 23 de junio)
Creo que hoy mi vida ha dejado por entero de tener razón de ser. Destrozado mi hogar por la influencia lenta y progresiva de incompatibilidades entre mi esposa y yo; convencido hoy mismo de la inutilidad o impracticabilidad de formar otro hogar con una joven a quien pido perdón; casi demostrado por dos sabios sociólogos y un economista, también hoy, de que mi libro “Todas las sangres” es negativo para el país, no tengo nada que hacer ya en este mundo. Mis fuerzas han declinado creo irremediablemente. Pido perdón a los que me estimaron por cuento de incorrecto haya podido hacer contra cualquiera, aunque no recuerdo nada de esto. He tratado de vivir para servir a los demás. Me voy o me iré a la tierra en que nací y procuraré morir allí de inmediato. Que me canten en quechua cada cierto tiempo donde quiera se me haya enterrado en Andahuaylas, y aunque los sociólogos tomen a broma este ruego –y con razón- creo que el canto me llegará no sé dónde ni cómo. Siento algún terror al mismo tiempo que una gran esperanza. Los poderes que dirigen a los países monstruos, especialmente a los Estados Unidos, que, a su vez, disponen del destino de los países pequeños y de toda la gente, serán transformados. Y quizá haya para el hombre en algún tiempo la felicidad. El dolor existirá para hacer posible que la felicidad sea reconocida, vivida y convertida en fuente de infinito y triunfal aliento. Perdón y adiós. Que Celia y Sybila me perdonen, José María Arguedas. (El quechua será inmortal, amigos de de esta noche. Y eso no se mastica, sólo se hablo y se oye). .
Discurso de Arguedas que fue dado con motivo del acto de entrega del premío “Inca Garcilazo de la Vega”. (Lima, Octubre 1968) :.
No soy un aculturado
Acepto con regocijo el premio Inca Garcilaso de la Vega, porque siento que representa el reconocimiento a una obra que pretendió difundir y contagiar en el espíritu de los lectores el arte de un individuo quechua moderno que, gracias a la conciencia que tenía del valor de su cultura, pudo ampliarla y enriquecerla con el conocimiento, la asimilación del arte creado por otros pueblos que dispusieron de medios más vastos para expresarse. La ilusión de juventud del autor parece haber sido realizada. No tuvo más ambición que la de volcar en la corriente de la sabiduría y el arte del Perú criollo el caudal del arte y la sabiduría de un pueblo al que se consideraba degenerado, debilitado o “extraño” e “impenetrable” pero que, en realidad, no era sino lo que llega a ser un gran pueblo, oprimido por el desprecio social, la dominación política y la explotación económica en el propio suelo donde realizó hazañas por las que la historia lo consideró como gran pueblo: se había convertido en una nación acorralada, aislada para ser mejor y más fácilmente administrada y sobre la cual sólo los acorraladores hablaban mirándola a distancia y con repugnancia o curiosidad. Pero los muros aislantes y opresores no apagan la luz de la razón humana y mucho menos si ella ha tenido siglos de ejercicio; ni apagan, por tanto, las fuentes del amor de donde brota el arte. Dentro del muro aislante y opresor, el pueblo quechua, bastante arcaizado y defendiéndose con el disimulo, seguía concibiendo ideas, creando cantos y mitos. y bien sabemos que los muros aislantes de las naciones no son nunca completamente aislantes. A mí me echaron por encima de ese muro, un tiempo, cuando era niño; me lanzaron en esa morada donde la ternura es más intensa que el odio y donde, por eso mismo, el odio no es perturbador sino fuego que impulsa. Contagiado para siempre de los cantos y los Mitos, llevado por la fortuna hasta la Universidad do San Marcos, hablando por vida el quechua, bien incorporado al mundo de los cercadores, visitante feliz de grandes ciudades extranjeras, intenté convertir en lenguaje escrito lo que era como individuo: un vínculo vivo, fuerte, capaz de universalizarse, de la gran nación cercada y la parte generosa, humana, de los opresores. El vínculo podía universalizarse, extenderse; se mostraba un ejemplo concreto, actuante. El cerco podía y debía ser destruido; el caudal de las dos naciones se podía y debía unir. Y el camino no tenia por qué ser, ni era posible que fuera únicamente el que se exigía con imperio de vencedores expoliadores, o sea: que la nación vencida renuncie a su alma, aunque no sea sino en la apariencia, formalmente, y tome la de los vencedores, es decir que se aculture.
Yo no soy un aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y en quechua. Deseaba convertir esa realidad en lenguaje artístico y tal parece, según cierto consenso más o menos general, que lo he conseguido. Por eso recibo el premio Inca Garcilaso de la Vega con regocijo. Pero este discurso no estaría completo si no explicara que el ideal que intenté realizar, y que tal parece que alcancé hasta donde es posible, no lo habría logrado si no fuera por dos principios que alentaron mi trabajo desde el comienzo. En la primera juventud estaba cargado de una gran rebeldía y de una gran impaciencia por luchar, por hacer algo. Las dos naciones de las que provenía estaban en conflicto: el universo se me mostraba encrespado de confusión, de promesas, de belleza más que deslumbrante, exigente. Fue leyendo a Mariátegui y después a Lenin que encontré un orden permanente en las cosas; la teoría socialista no sólo dio un cauce a todo el porvenir sino a lo que había en mí de energía, le dio un destino y lo cargó aún más de fuerza por el mismo hecho de encauzarlo. ¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo sé bien. Pero no mató en mí lo mágico. No pretendí jamás ser un político ni me creí con aptitudes para practicar la disciplina de un partido, pero fue la ideologia socialista y el estar cerca de los movimientos socialistas lo que dio dirección y permanencia, un claro destino a la energia que sentí desencadenarse durante la juventud. El otro principio fue el de considerar siempre el Perú como una fuente infinita para la creación. Perfeccionar los medios de entender este país infinito mediante el conocimiento de todo cuanto se descubre en otros mundos. No, no hay país más diverso, más múltiple en variedad terrena y humana; todos los grados de calor y calor, de amor y odio, de urdimbres y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores. No por gusto, como diría la gente llamada común, se formaron aquí Pachacámac y Pachacútec, Huamán Poma, Cieza y el Inca Garcilaso, Túpac Amaru y Vallejo, Mariátegui y Eguren, la fiesta de Qoyllur Riti y la del Señor de los Milagros; los yungas de la costa y de la sierra; la agricultura a 4.000 metros; patos que hablan en lagos de altura donde todos los insectos de Europa se ahogarían; picaflores que llegan hasta el sol para beberle su fuego y llamear sobre las flores del mundo. Imitar desde aquí a alguien resulta algo escandaloso. En técnica nos superarán y dominarán, no sabemos hasta qué tiempos, pero en arte podemos ya obligarlos a que aprendan de nosotros y lo podemos hacer incluso sin movernos de aquí mismo. Ojalá no haya habido mucho de soberbia en lo que he tenido que hablar; les agradezco y les ruego dispensarme.
J.M. Arguedas.
La danza del Sicuri
“Arguedas es el escritor de los encuentros y desencuentros de todas las razas, de todas las lenguas y de todas las patrias del Perú. Pero no es un testigo pasivo, no se limita a fotografiar y a describir, toma partido.”, (Gustavo Gutiérrez, Entre las Calandrias)
José María Arguedas
El sicuri de Puno –“ppusa” en aymara– es una flauta de Pan doble. En las tumbas de Paracas se han encontrado sicuris de barro, pero estos de Paracas son, como las antaras de Ayacucho, una flauta de Pan simple. Los sicuris de Puno son de una complejidad extraordinaria; cada instrumento representa una flauta de órgano, y diez o quince indios tocando sicuris forman una orquesta, un órgano impresionante en que cada flauta está tocada por un artista, por un ser viviente y excitado de violenta sed de danza y embriaguez.
Cada sicuri está formado por dos flautas de Pan hechas de una caña muy fina y amarradas con cuerdas de tripas o con cintas de lana tejida. Una orquesta de sicuris, una tropa de bailarines, está formada por sicuris de diversos tamaños -según la nota que le corresponde tocar–, desde 40 centímetros de largo hasta pequeñísimos sicuris que se pierden en la mano del indio que los toca. Este es hoy un instrumento propio del altiplano; en las otras regiones de la sierra del Perú está desapareciendo, en el centro y en los otros departamentos del sur es ya un instrumento raro; los indios prefirieron definitivamente los instrumentos de origen español y olvidaron este y ya no lo saben tocar ni fabricar.
Pero en Puno, en la altura, el ppusa sigue siendo el instrumento principal y característico, y como no se toca en forma individual sino en grupo, es instrumento de las fiestas y de las danzas más grandes e importantes. Instrumento ritual y extraño, indio puro, significa fiesta, multitud, procesiones, vísperas de grandes borracheras y llantos; lo tocan soplando a pulmón lleno; el aire alcanza la base de las flautas, rebota y escapa por la boca de las cañas y silba; en los sicuris altos y gruesos suena con una gravedad profunda, en los pequeños y agudos produce un silbido fino y largo; todos juntos, los ppusas en una tropa de bailarines forman una orquesta de viento que oprime y sacude el alma de quien los oye; los bailarines lo tocan saltando o agachándose contra el suelo, danzando con una furtia desenfrenada; un bombo duro y grave acompaña a los ppusas, y sobre la voz gruesa y siempre igual del bombo, la voz de los sicuris se levanta y grita, como si todos los tonos del viento de las grandes alturas hubiera sido encadenado y dominado, sometido y manejado por la furiosa tropa de bailarines vestidos de espejos, de cuentas de vidrio y de entorchados de plata y oro. Es el conjunto más impresionante y hermoso que he visto en esta región del Vilcanota.
Nadie sabe cuántas danzas indias hay en el departamento de Puno; sólo sabemos que es la región más rica del Perú en bailes típicos; en ninguna otra región hay tanta variedad de danzas, ni indios o mestizos de otras regio-nes han creado tal cantidad de disfraces; nadie ha sabido aprovechar con más imaginación y fantasía los vestidos y los adornos de orígen español para disfrazar y dar brillo y misterio a sus bailarines.
Los bailarines de Puno bajan a todos los pueblos de los valles y quebradas del Cuzco para acompañar las procesiones y dar solemnidad e importancia a las fiestas principales de los pueblos.
La mayoría de las veces no los contratan ni les pagan; bajan en peregrinación por demostrar su piedad y por rendir homenaje a los santos patronos, por los agasajos y las bebidas, por deslumbrar a los pueblos y convertirse en el centro de las fiestas, y como embajadores de los indios del gran altiplano.
Los indios de Puno son pobres; en muchas provincias son miserables, acaso los más miserables de todo el Perú; hace poco, en 1939, cuando la gran sequía, murieron de hambre por centenares; pero así y todo, son gente activa, audaz, industriosa y sensible.
El altiplano es frío, cruel y de una hermosura tormentosa e inclemente; la tierra es lisa, dilatada como el viento, de un solo color y de una sola vegetación fina y baja; los rarísimos árboles que crecen en los patios de las casas sorprenden y casi infunden temor; en los horizontes lejanos y silenciosos se levantan las montañas filudas y rocosas de granito negro, y los nevados brillantes, llenos de mágico misterio, bajo la sombra de las nubes; el Lago está al centro y es como la imagen de todo este campo alto y helado, y cuando uno ve llegar las balsas al puerto, en el crepúsculo, toda esta tierra parece de nuevo primitiva, mítica y legendaria.
La música y danza de los indios de esta tierra está cargada de la silenciosa y torturante belleza del paisaje en que viven. Cuando los sicuris ensayaban en Sicuani, bajo el cielo hermoso y tranquilo de la quebrada, yo iba a escucharlos desde una esquina próxima: la voz de los grandes sicuris parecía sacudir los eucaliptus y a los árboles de durazno que crecen en algunos canchones del pueblo, el viento llegaba como empujado por el canto impaciente y alocado de estas antaras de tantos tonos, mezclados en un profundo intento de reproducir y cantar tal cual es la fría y negra nube de la gran cordillera, el cielo y la tierra de la puna alta y sin límites, de cantar el tormento del corazón de los hombres que a través de milenios han sufrido y adorado a esta tierra, esa tierra y ese mundo que los oprime y exalta.
La palabra sicuri es quechua. Se supone que viene de la palabra “sijwi”, sijwa es la paja que más suena cuando sopla el viento; sijway es un infinitivo onomatopéyico que significa silbar como la paja alta de la puna. Julián Palacios, maestro puneño, de puro espíritu indígena, diccionario viviente de toda la sabiduría del indio kolla, afirma que la palabra sicuri denomina indistintamente al instrumento y a los bailarines de la danza que lleva ese nombre. Pero el nombre específico aymara de la zampoña es “ppusa”, que viene de la palabra “ppusay”, soplar.
Julián Palacios cree que esta danza es de indudable orígen postcolombino, que los españoles, ante el espectáculo brillante e ilimitadamente variado de las danzas nativas, decidieron exhibir en las fiestas religiosas algunas danzas españolas. Que los sicuris tienen su origen en una danza peninsular que se baila al compás de una banda de músicos que era una de las muchas variantes del baile de los “morenos” o “negros”. Los indios imitaron esta danza y sustituyeron la banda de música con la ppusa o antara, que es el instrumento típico y el más perfecto de los indios kollas. Y así formaron este conjunto de “pussa morenos”, nombre en el que la palabra ppusa es el específico. El doctor Francisco Pastor, profesor universitario puneño, que ha estudiado el folklore kolla, está de acuerdo con la explicación.
Los sicuris salen vestidos de lujosísimos disfraces bordados en hilos de oro y plata, tachonados de piedras brillantes y de cuentas de cristal. Se observa una evidente influencia del vestido de luces de los toreros en estos disfraces; y lo extraordinario es que los talleres donde los hacen están en Bolivia, en la región india más lejana de la influencia española. Y los vestidos que lucen los sicuris de Puno y principalmente los que bajan a los pueblos de las quebradas o se improvisan entre las colonias de indios kollas, son en realidad de segunda mano, restos o desechos de los opulentos trajes que son estrenados en la gran fiesta de Copacabana. El bailarín sicuri genuino es la imagen de una sota de oros del naipe español, y los indios, hoy mismo, les llaman “sotas” a los personajes típicos de esta danza. El “sota” lleva en la cabeza un gorro dorado y un penacho de plumas rojas y blancas. Este disfraz ha degenerado mucho hoy y el conjunto mismo ha admitido personajes extraños pertenecientes a otras danzas.
Todos los bailarines tocan zampoñas o ppusas; un bombo acompaña a los sicuris. La música de la danza es un wayno del altiplano, de aire marcial. Cada bailarín toca una sola nota, y entre todos, como las flautas de un órgano, forman la melodía de la danza. Tocan bailando, pasan por las calles en tropa; mientras caminan danzan suavemente, pero al llegar a las esquinas el bombo truena más alto, los bailarines forman círculo y danzan a saltos, mirándose las caras y aproximándose unos a otros como para acompasar mejor las notas: y suben cada vez más el ritmo del wuayno y la danza termina en un zapateo violento y alocado.
En los últimos años los conjuntos de bailes indios han ido perdiendo su pureza. La tradición perdió su rigurosa autoridad y surgió una nefasta libertad de mezclar los personajes de unos bailes con los otros. Aunque parezca contradictorio, el interés demostrado por los turistas y viajeros ha contribuído no poco a esta degeneración de las formas genuínas de las danzas, por el afán de improvisar y ostentar; por otra parte, la campaña incansable de los Adventistas contra las danzas y fiestas ha contribuído al relajamiento de las formas puras y antiguas. A esto hay que agregar la influencia de la carretera y la civilización. El indio pierde la mítica conciencia de sus bailes, se desintegra del contenido religioso y profundo de las danzas, de su valor ritual; y cuando no ve sino la forma externa; trata de acomodarla a su sentido nuevo de las cosas, vacío, intrascendente y ostentoso, y adultera los disfraces, mezcla los personajes de las danzas; atenta, con toda la audacia de su inconciencia, contra las formas esenciales de las sagradas costumbres y ritos.
Así se ha mezclado a los sicuris con los “diablos”. Los “diablos” que acompañan a los sicuris son de origen muy reciente; dice Julián Palacios que fueron creados hace unos veinte años por los obreros de Puno para solemnizar la fiesta de la Vírgen de la Candelaria. Estos diablos preceden a los sicuris y les abren camino entre la multitud; blandiendo pequeños tridentes, danzan a saltos y no tocan zampoña; se cubren el rostro con impresionantes máscaras que semejan cabezas de león armadas de grandes cuernos. El conjunto que vi en Sicuani llevaba además un “werak´ocha” (caballero). El “werak´ocha” o “Jaykuy misti” representa a los “mistis”, es decir, a los blancos; sale vestido de caballero y lleva algunas prendas militares, de soldado raso. Es el bufón del conjunto; haraposo y humilde, sirve de payaso y hazmerreir del público.
Los sicuris bailan en los pueblos de la quebrada rodeados de un gran público. Fue la danza máxima de cuantas vi en el Vilcanota. Los indios seguían al conjunto, deslumbrados y cautivos. Los vestidos de oro y de cristales los subyugaban y la música del altiplano, tocada en esos instrumentos que cubrían el pueblo con un aire de puna, de pampa helada, los exaltaba y reunía. El sol reverberaba en el vidrio de los disfraces y el wayno angustiante de la luna parecía dominar a las montañas que estrechan la quebrada y darles ese semblante lejano, frío y nebuloso de los aukis del Kollao.
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(*) Articulo de José María Arguedas publicado el 28 de marzo de 1943 en periódico La Prensa de Buenos Aires.
domingo, enero 09, 2011
El colegio Aimara, el único vanguardista del Perú
Walter Paz Quispe Santos
Desde que asumiera como Alcalde del distrito de Acora, Ivan Flores Quispe, tuvo la original idea de crear un colegio Aimara como respuesta al anacronismo educativo que se observaba en muchos colegios donde se enseña a olvidar lo aimara, lo local y regional y donde se cree erróneamente que todo lo extranjerizante deben aprender los estudiantes sin encontrarle sentido ni orientación a sus estudios.
La respuesta a ese desencuentro curricular, tuvo en la propuesta pedagógica del Colegio Aimara una práctica intercultural de saberes desde la afirmación intracultural. Sin duda se estaba poniendo en pericia los viejos ideales y sueños de muchos educadores y luchadores sociales puneños como Manuel Z. Camacho, María Asunción Galindo, Telésforo Catacora, José Portugal Catacora, José Antonio Encinas, Domingo Llanque Chana. Y por supuesto las reflexiones del Proyecto Curricular Regional que fusiona los saberes andinos con los occidentales.
Tal epopeya pedagógica es comparable con la escuela de Utawilaya en Platería creado por Manuel Z. Camacho, la Escuela de la Perfección de Telésforo Catacora, la famosa 881 de José Antonio Encinas, o la recordada Escuela de Warisata en Bolivia. No me refiero al lugar común del currículo, sino a la forma de plantear formas de desarrollo educacional desde lo propio y a partir de allí asumir la universalidad. Porque se trata de que los aimaras no se encierren en una aldea sino que a partir de su identidad afirmada protagonicen su destino en el mundo global participando de sus dinámicas y tensiones básicas.
La última vez que visité este colegio los estudiantes me saludaron en aimara, me conversaron sobre sus expectativas en la lengua aimara, y hasta me mostraron creaciones escritas en Aimara. Esa lealtad con la lengua y la cultura me emocionó y pensé en Domingo Llanque Chana, el sacerdote aimara que tanto amó y lucho por la cultura aimara y que sus sueños no eran en vano, y que sólo un líder aimara como Ivan Flores lo pudo concretar en un gran proyecto educativo. Y estoy seguro, que este colegio pionero y vanguardista en la educación nacional debe llevar el nombre de Domingo Llanque Chana en homenaje a su memoria.
Y para los que ven el proyecto desde el estereotipo, quiero comentarles que así como eran orgullosos del aimara, también aprendían el ingles, todos los aportes de la ciencia y la tecnología universales. Tenían un centro de cómputo equipado para integrar la cultura local y universal a través de las TICs, y un selecto grupo de docentes jóvenes que habían apostado por innovar la educación desde la intraculturalidad e interculturalidad vivida. Eso sí, aun necesitan de una infraestructura productiva para calificar su mente y mano factos y ser empresarios emprendedores que dinamicen el mercado local y regional. Otro aspecto que me llamó la atención, con legítimo interés los estudiantes del colegio se preparaban para el mundo de la universidad y en un concurso de Matemáticas y Comunicación, la mayoría de los estudiantes habían ocupado los primeros lugares por encima de los antiguos colegios como el Alfonso Torres Luna, con lo que pude comprobar que no hay que renegar de la cultura ni la lengua para ser verdaderos triunfadores y competitivos.
Hay Alcaldes que construyen locales escolares, pero no logran situar una propuesta pedagógica innovadora en sus aulas. Pero el Colegio Aimara tiene una excelente infraestructura y una pedagogía andina innovadora. Espero que esta vanguardia pedagógica tenga sostenibilidad y que la nueva autoridad del distrito de Acora, muestre voluntad política y le brinde el presupuesto necesario. No dudo que así será porque en la asunción de mando del nuevo alcalde me enteré que Andrés Llanque Chana (hermano de Domingo) era regidor y las autoridades recientes eran todos aimaras.
Isaac Canales descansa en Paz
Gracias a una comunicación de Sigfredo Chiroque nos enteramos de la partida sin retorno de Isaac Canales Quevedo, gran amigo y profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Todos los que fuimos sus alumnos recordamos sus sabias enseñanzas sobre todo la evaluación que era la materia donde nos refrescaba y daba maestria de sus tensiones básicas. Descansa en Paz Isaac.
W.P.
domingo, enero 02, 2011
A él
Cronwell Jara Jiménez
A él ignórenlo si quieren. A él no lo inviten a los Grandes Congresos; a él no lo llamen, a él olvídenlo; niéguenlo en las antologías, borren su nombre de las pizarras; denle oscuridad o cédanle los lugares más ignominiosos, inhóspitos, solitarios o distantes. No lo llamen a los talleres, ni a dictar charlas, porque él no sabría, no podría y no debería; a él aléjenlo, sepárense de él, niéguenle hospitalidad, evítenlo pronto, ya; no le respondan cuando llama, seánle indiferentes. Despojenle los honores, manchen sus premios, niéguenle la amistad, busquen hundirlo. Digan que tuvo batallas, batallas que nunca ganó; invéntenle historias negras, es el monstruo de la laguna; impídanle el paso, pónganle obstáculos. Impídanle que con sus manos baje la luna y la obsequie hecha una flor. Si eso quieren.
Qué importa. Porque a él no le interesará. Sabe cuantos son sus poderes. Es consciente de sus dones. Sabe cuánto él ama, cuánto es su amor y hacia dónde va.
“Baba Osaim cimarron ora por la santa muerta” 1989 pág. 175.
NR3
Walter Benjamin
(1892 -1940)
I. Los libros y las prostitutas pueden llevarse a la cama.
II. Los libros y las prostitutas entrecruzan el tiempo. Dominan la noche como el día y el día como la noche.
III. Nadie nota en los libros ni en las prostitutas que los minutos les son preciosos. Sólo al intimar un poco más con ellos, se advierte cuánta prisa tienen. No dejan de calcular mientras nosotros nos adentramos en ellos.
IV. Los libros y las prostitutas se han amado desde siempre con un amor desgraciado.
V. Los libros y las prostitutas tienen cada cual su tipo de hombres que viven con ellos y los atormentan. A los libros, los críticos.
VI. Libros y prostitutas en casas publicas... para estudiantes.
VII. Libros y prostitutas: raras veces verá su final quien los haya poseido. Suelen desaparecer antes de perecer.
VIII. Qué gustosa y embusteramente cuentan los libros y las prostitutas cómo han llegado a ser lo que son. En realidad, muchas veces ni ellos mismos se dan cuenta. Durante años se cede a todo "por amor", hasta que un buen día aparece en la calle convertido en un voluminoso "corpus" que se pone en venta, aquello que, "por amor a la causa" nunca había pasado de ser vago proyecto.ç
IX. A los libros y las prostitutas les gusta lucir el lomo cuando se exhiben.
X. Los libros y las prostitutas se multiplican mucho.
XI. Los libros y las prostitutas: "vieja beata -joven golfa-" ¡De cuantos libros próscritos antaño no ha de aprender hoy la juventud¡
XII. Los libros y las prostitutas ventilan sus discusiones en público.
XIII. Libros y prostitutas: las notas al pie de página son para aquellos lo que, para éstas, los billetes ocultos en la media.
Pájaros al Viento
De vuelta a Puno, después de estar mucho tiempo ausente de ella, Filonilo Catalina, pseudónimo de Luis Rodriguez Castillo, nos trajo el bello libro de poemas "Pájaros al viento" Hele aquí regalandonos poemas escritos con emoción y un manejo apropiado de la técnica. Bien empeñado a contagiarnos sus sueños como un buen jardinero de girasoles y como amante de una naturaleza que le brinda horizontes destellantes, la mujer es el epifenómeno de sus mejores metáforas. Tal vez no todos recordarán que Lucho es Premio Copé Bronce el 2005 y ganador, mejor dicho cosechador, chacarero febril de muchos otros premios más: Premios Plumas de Buho el 2007 y 2008. Y ya nos tiene acostumbrados a seguir consiguiendo más lauros, tiene uno que nos trae estos días desde el centro del país. Estoy seguro que todos sus amigos están felices con sus premios porque de algún modo ellos también han ganado el mismo premio. (W.P.)
Educación Regional
Con motivo de implementarse el Proyecto Curricular Regional en Puno, se ha publicado la revista "Educación Regional" que contiene artículos necesarios para debatir el currículo regional. La descentralización educativa, las razones y fundamentos del PCR, la realidad de las culturas, articulos sobre Gamaliel Churata, Efraín Miranda, entre otros. Este número nos trae también una entrevista sobre el esplendor y agonía de las lenguas del viejo continente a Sergi Rodriguez i Sender por parte de Jaime Barrientos Quispe y Julio César Chalco Fernández. Una entrevista a Ricardo Badini sobre la publicación de "Resurrección de los muertos" de Churata. José Luis Ayala expone un sesudo artículo sobre la universalidad de Churata. También hay una entrevista a Rodolfo Cerrón Palomino sobre la lengua Uro Chipaya. Este primer número lleva el título: "El díficil arte de construir el PCR".
La Pasión por publicar
Con motivo del aniversario de la Ciudad de Puno, apareció "Puno histórico", un libro auspiciado por la Municipalidad Provincial de Puno, en cuyas páginas vemos artículos de la historia de Puno. Nicanor Dominguez Faura, José Luis Ayala, José Luis Velasquez Garambel y René Calsín Anco nos explican reflexiones sobre nuestra ciudad.
Algo más: se ha publicado una edición más del libro cimero de Carlos Oquendo de Amat "Cinco Metros de Poemas", una iniciativa de muchos escritores puneños dirigidos por José Luis Velásquez Garambel. Albricias.
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