«Es una idea tradicional, defendida ya por Aristóteles, que la gramática de una lengua humana relaciona sentidos con sonidos; más precisamente, parea sentidos con los sonidos que les sirven de soporte, es decir, que los “exterioriza”, dándoles así expresión. A estas alturas no parece descabellado sospechar que lo que hace necesaria esa relación es, en realidad, una limitación característica de la naturaleza humana: nuestra carencia de dotes telepáticas (fuera del reino de la parapsicología). Si los seres humanos fuéramos capaces de comunicación telepática adecuada a nuestras necesidades, sería posible, en principio, prescindir de los sonidos, en cuyo caso nuestra “gramática” mental (que vendría a ser la “gramática” mental de cada uno de los seres plenamente humanos de todos los tiempos) quedaría reducida a la posibilidad de estructurar sentidos. [...]
La clave del sentido nos puede llevar a la estructura sintáctica subyacente que realmente le sirve de soporte, que es precisamente la estructura que sirve de soporte también a la frase percibible y percibida (oída, leída o vista), tambaleante puente que no tendrían que cruzar seres con dotes telepáticas al tratar de dar expresión a sus pensamientos y sentimientos o simplemente de comunicarse con el vecino de enfrente o con el amigo remoto.
Otro hecho capital que no podemos perder de vista es que no son los vocablos peculiares de una lengua, esencialmente arbitrarios por naturaleza y a menudo accidentales por su historia, los que campean por sus fueros. Lo que verdaderamente importa para nuestro propósito son las elusivas propiedades abstractas que algunos elementos del vocabulario, entre ellos los más diminutos y repetidos, y más insignificantes en apariencia (e.g. no y ni; su y sí; re-, -in, b(i)l-, -s y –mient- en reinigualables, reinigualamiento; -ba, -se- y –n en ataba, atasen,...). Importa sobre todo lo que tienen lo que esas propiedades tienen en común con las de los elementos del vocabulario correspondiente de otras lenguas (o no en común, cuando de las propiedades universalmente invariantes pasamos a las propiedades paramétricas), y en particular las computaciones mentales a las que combinaciones de esas propiedades dan lugar (en reinigualeble, sin ir más lejos). Son esas computaciones las que realmente cuentan, y las que seguirían contando (no perdamos esto de vista) para seres como nosotros pero no carentes de dotes para la comunicación telepática. [...]
Significativamente, Chomsky (1995: § 4.1) deja abierta la posibilidad de que los requisitos del habla sean ajenos al sistema computacional del lenguaje, concebible punto de partida de los prolegómenos de una lingüística del futuro. Recuérdese que en la computación que lleva de la selección inicial de unidades “léxicas” (mentales) a la forma lógica no figuran rasgos fonológicos (§ 4.2.1, esp. n. 10). Desde esta perspectiva, la fonología y la morfología, aparte de ser en buena parte arbitrarias en el sentido de Saussure, y de reflejar numerosos accidentes históricos más o menos oscurecedores, no pueden menos de tener un grado considerable de imperfección, en contraste con el aspecto mental computacional del lenguaje.
Esta manera de ver las cosas no goza de aceptación general, por supuesto. Entre los que la rechazan con más rotundidad se cuenta uno de los estudiosos más distinguidos y admirablemente prolíficos de la psicología lingüística, que llega a decir que “si pudiésemos comunicar por telepatía, no necesitaríamos lenguaje” (Jackendoff, Ray: The Architecture of the Language Faculty. Cambridge, MA.: MIT Press, 1997, § 1.3), aserto que parece difícil de conciliar con aspectos fundamentales de la “arquitectura de la facultad del lenguaje” que propone. No parece ocioso añadir que lo que está en juego no es sólo la concepción de la naturaleza del lenguaje, sino la concepción de las posibles vías de emergencia del homo loquens en el curso de la evolución humana, en particular la contribución de la selección natural en sentido darwiniano (que obviamente no basta para explicar la capacidad humana para la física cuántica, pongamos por caso).»
[Otero, Carlos-Peregrín: “Facetas de SE”. En: Sánchez López, Cristina (ed.): Las construcciones con SE. Madrid: Visor Libros, 2002, p. 165-167 y n. 1]
«En el marco generativista, dentro del marco de la teoría de Principios y Parámetros y sus desarrollos, como el Programa Minimalista, las categorías funcionales se incorporan al análisis sintáctico por medio de proyecciones que se sitúan generalmente fuera del Sintagma Verbal. Dentro de los estudios minimalistas, cuando dos elementos se unen para formar una unidad, se producen operaciones de cotejo de rasgos entre ellos con el fin de determinan si los rasgos de ambos son compatibles. Esta operación asegura una estructura derivacional: el cotejo de rasgos permite dar paso a la siguiente operación de unión (Chomsky, 1995). Pero el cotejo sólo es relevante en el caso de los rasgos de las proyecciones funcionales, que deben ser cotejadas por las categorías léxicas. De este modo, las proyecciones funcionales se convierten en el aglutinante de los elementos léxicos de una oración. Es decir, este cotejo de rasgos entre categorías funcionales y léxicas explica que el significado global de una oración se deriva de la unión de ambos tipos de elementos.»
[Sanz, Montserrat / Laka, Itziar: “Oraciones transitivas con se: El modo de acción en la sintaxis”. En: Sánchez López, Cristina (ed.): Las construcciones con SE. Madrid: Visor Libros, 2002, p. 328-329]
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«Predicados y argumentos
Muchas de las propiedades combinatorias que se dan entre las piezas que conforman una oración están determinadas por el contenido semántico de aquellas. De este contenido semántico depende, por ejemplo, el número de SSNN que coaparecen con un núcleo verbal dentro de su proyección sintagmática. Así, en el caso de un verbo transitivo como pintar, sabemos que se construye con dos SSNN: el que pinta y lo pintado. Por el contrario, un verbo intransitivo del tipo de reír, sólo se construye con un SN: el que representa al que ríe. Este tipo de información parece estar contenida en el nivel léxico, previo a la estructura sintáctica.
En los últimos años se han producido importantes avances en el estudio de la información contenida en el léxico. Sabemos que en este nivel no sólo se encuentran almacenadas las categorías léxicas y funcionales, sino que, además, éstas aparecen caracterizadas por medio de un entorno sintáctico. […] En cuanto a las piezas léxicas, el léxico contiene información acerca de su categoría gramatical y de la llamada “relación predicado-argumento”.
Un predicado es todo aquel elemento léxico que denota una acción, proceso o estado y que selecciona un conjunto o de argumentos en función de su propio significado léxico. Por su parte un argumento se puede definir como el participante de una acción, proceso o estado imprescindible para que este se pueda llevar a cabo. El ejemplo típico de predicado es el verbo, mientras que los argumentos suelen ser siempre SSNN. Volviendo al verbo pintar, este actúa como un predicado que debe construirse con dos SSNN, los que representan al que pinta y al pintado, que van a ser sus argumentos. Una manera de formalizar esta idea es mediante paréntesis angulares del modo siguiente: Pintar <1,>. El conjunto de argumentos seleccionados por un predicado constituye su estructura argumental o estructura de predicado-argumento.
También pueden ser predicados los adjetivos, las preposiciones y ciertos nombres y adverbios (Demonte 1989). [...]
Los predicados asignan un valor semántico a los argumentos que seleccionan. Este valor es el llamado “papel temático”. Así, tomando de nuevo el verbo pintar, el argumento que realiza la acción consciente y deliberadamente recibirá el papel temático de agente, mientras que el objeto que la padece y se ve afectado por dicha acción de manera diversa se etiquetará con el papel temático de paciente.
Diversos autores han establecido una jerarquía dentro de la lista de papeles temáticos. La estructura argumental está dispuesta por un conjunto de argumentos dispuestos según un orden de prominencia (Williams 1982). El argumento externo agente, identificado en ocasiones notacionalmente con el subrayado, es el más prominente y se proyectará en la posición de sujeto:por eso se le denomina “argumento externo”; mientras que el argumento tema o paciente, el menos prominente, recibe el nombre de “argumento interno”. [...]
La idea que subyace a la teoría de los papeles temáticos es que todos los argumentos, por el hecho mismo de depender de un predicado, reciben su interpretación semántica de este. [...] La conclusión es que no puede haber ni más ni menos argumentos de los exigidos por el predicado. Esta generalización, que recibe el nombre de “Criterio temático” (Chomsky 1981), predice correctamente que una oración como *Juan bebió el vino el agua es agramatical, puesto que beber no selecciona dos objetos del mismo modo. *Juan entregó también es agramatical, puesto que no se han proyectado los argumentos necesarios para entender el significado del verbo entregar.
Se podría pensar que la noción de papel temático está incluida en la de función; de hecho, tradicionalmente, las funciones sintácticas han recibido una definición basada en nociones semánticas: el sujeto es el que realiza la acción, mientras que el objeto es lo realizado. Sin embargo, esto no siempre es así. [...] Así en El director rodó la película y en La película fue rodada por el director, la película sigue siendo el paciente, pues, semánticamente, establece la misma relación con el verbo, a pesar de que la función sintáctica que desempeña en cada oración es distinta. [...]
Por último, si bien pueden coincidir, es preciso mantener separadas las nociones de función sintáctica y de papel temático.»
[Rodríguez Ramalle, Teresa María: Manual de sintaxis del español. Madrid: Editorial Castalia, 2005, § 1.2.1.1]
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«Sintaxis, léxico y semántica
Las restricciones semánticas que intervienen en la construcción de cualquier secuencia se encuentran codificadas en un especie de diccionario interiorizado, conocido con el nombre de “léxico” o “lexicón”, que contiene junto con el inventario de las piezas léxicas la información semántica relevante para construir una oración, por ejemplo, la relativa a las exigencias semánticas que impone un verbo a los sintagmas que coaparecen con él.
Las categorías funcionales también se encuentra almacenadas en el léxico interno de los hablantes. En este caso, no se organizan según exigencias semánticas, sino mediante los rasgos formales que poseen. [...]
El adverbio afortunadamente que encabeza la oración
Afortunadamente, todos decidieron comprarle un regalo a María
no está exigido semánticamente por ninguno de los verbos. Además, presente rasgos especiales que determinan que vaya entre pausas y que pueda, cumpliendo este requisito, situarse en diferentes posiciones de la oración:
Todos decidieron, afortunadamente, comprarle un regalo a María;
Todo decidieron comprarle un regalo a María, afortunadamente.
Para explicar este comportamiento tenemos que tener en cuenta aspectos fonológicos relacionados con la presencia de unas pausas y de una entonación que advierten de la existencia de una estructura especial: los incisos. El nivel fonológico o “Forma Fonética” es el que se encarga de asignar rasgos fonológicos a una secuencia como esta; tales rasgos luego se convertirán, al ser enviados al cerebro, en instrucciones par la actuación de los órganos articulatorios.
Por último, toda oración debe ser interpretada. Con este fin, existe un componente especializado, el semántico-interpretativo, también llamado “Forma Lógica”, encargado de dar cuenta del significado composicional de las oraciones, esto es, del significado de las unidades en sus combinaciones sintácticas. Este nivel también tiene en cuenta la presencia de ciertas palabras, como, por ejemplo, en la oración compuesta, los determinantes todos y un, categorías que contribuyen a establecer los diferentes significados que puede tener una oración.
La interacción de los componentes que hemos visto: el léxico, la estructura sintáctica, el componente fonológico, el morfológico y el semántico conforman nuestro conocimiento o competencia lingüística. [...] La teoría gramatical ha evolucionado desde los primeros momentos de la Gramática Generativa con el objetivo de alcanzar la mayor adecuación explicativa posible. El enfoque minimalista actual propone un modelo de la competencia lingüística en el que los diferentes niveles de análisis gramatical se organizan del siguiente modo (Chomsky 1995):
Lexicón
Sistema computacional
Forma Morfológica
Forma fonética
(Sistema Articulatorio-perceptual)
Forma Lógica
(Sistema Conceptual-intencional)
Partimos del léxicón o diccionario interior que contiene todas las categorías léxicas y funcionales, así como los afijos derivativos, tanto unas como otros con sus rasgos de selección. Del lexicón se extraen las piezas con las que se construyen los sintagmas y las oraciones en el sistema computacional, identificado con el nivel sintáctico de creación de estructuras. Aquí se construyen las secuencias mediante la fusión o unión de dos piezas simples. Esta fusión está constreñida desde el comienzo por las exigencias léxicas, así como por los requisitos de las categorías funcionales. [...]
Del sistema computacional parten dos ramas, una se dirige hacia el nivel fonológico y la otra hacia el interpretativo. El componente o “Forma Morfológica” se sitúa en el camino entre la sintaxis y el nivel de la Forma Fonética. Aquí tienen lugar procesos de reajuste de rasgos formales que obedecen a razones exclusivamente morfológicas y que permiten dar cuenta del orden final que adoptan, por ejemplo, las secuencias de clíticos del español: se me cayó, se lo entregó. Estos reajustes deben ser previos a la materialización de la secuencia en la Forma Fonética, puesto que tienen su reflejo en la estructura material de la oración. Por último, el componente de la Forma Lógica, haciendo uso de un vocabulario formal específico, recoge la interpretación de una oración, teniendo en cuenta no sólo la información sintáctica contenida en la estructura, sino también los procesos que se pueden producir en el propio nivel interpretativo.»
[Rodríguez Ramalle, Teresa María: Manual de sintaxis del español. Madrid: Editorial Castalia, 2005, § 1.2]
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«En el modelo generativista, la representación semántica léxica de un predicado se compone, además de su estructura temática, de sus propiedades aspectuales o eventivas, es decir, de la información relativa al tipo de evento (situación o suceso descrito por el V en que los argumentos del V participan) que un predicado denota: actividad, logro y estado, según la clasificación de Vendler (1967). Con esta representación se quiere significar que las posiciones sintácticas que ocuparán los argumentos no son una cuestión de idiosincrasia léxica, sino que son predecibles a partir de unas representaciones semánticas léxicas jerarquizadas temática y aspectualmente que interactúan entre sí.»
[Cifuentes Honrubia, José Luis: Sintaxis y semántica del movimiento. Aspectos de Gramática Cognitiva. Alicante: Instituto de Cultura “Juan Gil-Albert”, 1999, p. 48 n. 24]
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Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Programa_minimalista
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2 comentarios:
profe creo que lo que ha escrito me puede servir... para tener una idea mejor acerca del programa minimalista de nuestro querido e incomprendido Chomsky jejeje bueno lo dejo tenog que seguir con mis trabajos
Moisés el chico de la UPeU jejeje por más señas si se olvida
Hola Quispe.
Te felicito por mantener este blog. Respecto a esta entrada no me queda claro si son reseñas, resumenes o tus ideas. Agradeceré reduzcas mi duda y amplíes, explicando, tus comentarios.
Recibe un abrazo.
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