lunes, febrero 02, 2009

La metáfora generativa de José Luis Ayala



Walter Paz Quispe Santos


Dentro de los ejercicios poéticos de José Luis Ayala, existen muchos poemas reunidos en libros de poesía como “Viaje a la Ternura”, “Palabra reunida”, “Celebración del Universo” “Jaqi Aru”, “Canto Sideral”, “Acto de fe”, “Cololín” o “Pachamama” que representan operaciones del lenguaje para exteriorizar expresiones del pensamiento. Es decir, movimientos construidos desde la estructura profunda del poeta para ser manifestados con un estilo propio en un sincretismo sintáctico castellano aimara y en una hibridación semántica del verso, como por ejemplo en el poema: Juanita Panqara. Juanita panqara Juanita Panqara/ Pangara Juanita/ Juanita Panqara Panqarita/ Suma Panqara Juanita/ Juanita Panqara/ Panqarita Juanita Panqarita Juanita Panqara/ Constelación de sankayos rojos/ Juanita Panqara Panqarita/ manzana madura, aurimelo abierto/ Panqara Juanita Panqarita/ Juanita Panqara Panqarita/ Juanita Suma Panqarita/ ¡Hay¡ Juanita Panqara Panqarita/ quise escribir un poema/y sólo he dicho tu nombre.


Una característica de la creatividad de estos versos es sin duda el juego con el lenguaje, a partir de la generación de una construcción de dos palabras en la actuación poética donde predomina más la visión artística sobre la dimensión lingüística. Se trata de una voz polifónica de un sujeto heterogéneo portador de dos culturas, que se integran en un proceso de un modulo estrófico original donde el tiempo de las palabras y el tiempo de la expresión parecieran fundirse en una armonía y ritmo muy propias del contacto de sonidos que producen las lenguas cuando viven la fusión de sus sílabas y en la integración mayor: la frase construida en el bilingüismo. Las formas transformacionales de expresar sobre la mujer andina como “Juanita” a través de formas simples de categorización y analogía crean una sintaxis transformacional minimalista, cuyos sentidos pueden ser aprehendidos a partir de las experiencias diversas de la recepción cognitiva del poema.

José Luis Ayala, en realidad crea una sola metáfora generativa mayor con dos palabras, “Juanita Panqara” / “Panqara Juanita” donde el orden de las palabras (ambos sustantivos en castellano y aimara) designan al mismo ser o ente. Cuyos fenómenos de colocación de la cima melódica JUANITA Panqara o PANQARA Juanita muestran diferencias de carácter objetivo / subjetivo o viceversa y también fenómenos estilísticos. Por lo tanto, el esquema temático, parte de una trabada interacción de representación y figuración bilingüe que es de por sí un indicador catafórico del resto del poema. A partir de esta dilucidación temática el poeta desarrolla una progresión temática sencilla y minimista. Esta predicación del identificador onomástico es simbólico alusivo: “Constelación de sankayos rojos” / “manzana madura, aurimelo abierto” y representan remas que funcionan como elementos de la estructura semántica, y como únicos indicios de información nueva de la estructura superficial que le permiten al lector construir sentidos.


Había que terminar de leer el poema en los últimos versos para comprender la ironía del poeta y el verdadero sentido ligado a la redundancia y recurrencia de las dos palabras Juanita Panqara / Panqara Juanita, y sus presuposiciones de integración mayor en versos compuestos, cuando leemos: “¡hay¡ Juanita Panqara Panqarita/ quise escribir un poema/y sólo he dicho tu nombre”. Es aquí donde comprobamos que el poeta explica que tiene un lexicón o diccionario mental de pocas palabras y que esa supuesta dificultad no le permite crear con fluidez un poema y por supuesto, la belleza de su propuesta de poética generativa.
¿Qué significados quiere aportar el poeta mostrándonos lo paradójico de querer escribir un poema y no tener la suficiente competencia poética? Una primera aproximación a su condición de creador nos permite mirar que esa falta de literacidad y literariedad no existe en su experiencia de poeta. Lo que hace José Luis Ayala es personificar una de las formas particulares de creación del hombre andino portador de dos discursos y una posibilidad de integración poética, o desarrollar unas poéticas de lo diverso. Esa propuesta sin duda ya lo había prefigurado Gamaliel Churata en “El Pez de oro” cuando propone la hibridación de la lengua como elemento subyacente de la literatura “indoamericana”.

Una breve mirada a la producción literaria de Ayala nos permite constatar que su poética es un palacio occidental ornado de íconos y símbolos aimaras. Y para descifrar esas construcciones el lector debe realizar un dialogo creativo con el otro y consigo mismo, un diálogo intercultural e intracultural. Un diálogo con Juanita y con Panqarita para comprobar que es dos y uno al mismo tiempo. Así el poeta busca revivir los sonidos de la cultura del aimara y armonizarlo con occidente. Hibridez, heterogeneidad, y alteridad son las categorizaciones que construye a través de la reflexión sobre el lenguaje y la cultura.


José Luis Ayala ve al lenguaje como el centro de su poética. Su inquietud y práctica poética sensibiliza también el giro del lenguaje. Ese lenguaje que distiende y concentra sus poemas, cuya repetición y superficie de sus versos son movimientos de epojé fenomenológica de reducidas imágenes. Un esencialismo escindido en la significación e integrado en la metáfora. Alternancias de presencia y ausencia, analogías que tienen como base la identidad de contrarios, en apariencia podríamos decir que los límites de su lenguaje son los límites de su mundo, pero no, al contrario la propuesta poética intenta maximalizar en la profundidad de los sentidos lo minimalista expresado en la superficie.

Finalmente los poemas de Ayala como en “Juanita Panqarita” proyectan la vía conciliadora del lenguaje y los sentidos, cuyos atributos de imagen y ritmo encajan en la mimesis que organiza el discurso y transcurso. A la vez también es una aporía fundamental de lo poético: trascendencia y permanencia del lenguaje desde el mismo lenguaje hibridado, operación paradójica y contradictoria que produce la imagen. Una dramatización poética, querer decir muchas cosas al mismo tiempo y no poder hacerlo. Sólo conseguir signos de rotación y movimiento que generan significados vitales de la emoción creadora y la comprensión creadora. En la propuesta generativa minimista de la palabra de José Luis Ayala no sólo el poeta es el creador sino también el lector como maximalista de los sentidos en el discurso que produce esas palabras.

José Luis, quise escribir un ensayo sobre tu obra pero sólo he dicho tu nombre.

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