lunes, julio 12, 2010

La comprensión del discurso digital: los hipertextos





Walter Paz Quispe Santos

El concepto de hipertexto tomado en el sentido que habitualmente se le atribuye en un contexto informatizado, remite en primer lugar al dominio de la documentación, la escritura digital y de la lectura. Se trata de un conjunto constituido por “documentos” no jerarquizados conectados entre ellos por “enlaces” (“liens”) que el lector puede activar y que permiten un acceso rápido a cada uno de los elementos del conjunto. Más flexible que una base de datos, más manejable que una enciclopedia, el hipertexto propone un nuevo modo de lectura documental y erudita.

La organización de un hipertexto en un dominio particular implica no sólo la competencia de “escritura” en la medida en que se trata de poner en funcionamiento itinerarios posibles y de imaginar una red compleja de enlaces que los organizan y que están destinados a ser leídos. (Clement:1995).

Según Abraham Moles en su análisis de las formas de la mirada occidental se explicitan tres etapas de la imagen: en primer lugar, hay un paradigma marcado por la utilización de la imprenta y el grabado que se manifiesta en el espacio del códice; un segundo paradigma; el de la lectura global, cuyo comienzo puede establecerse a finales del siglo XIX y en el que la imagen establece un discurso simbólico al tiempo que el texto asume una significación de naturaleza analógica, y por último el paradigma del espacio pantalla, del espacio de la simulación, de la realidad virtual del hipertexto.

El texto pasa a ser hipertexto, término acuñado por Theodor Nelson en 1965. Este abre las posibilidades de un modo de leer y escribir. Este nuevo tipo de texto electrónico en el que los diferentes bloques verbales y no verbales conectados entre sí por nexos electrónicos formas diferentes itinerarios o trayectos de lectura imponen al lector un nuevo método de recuperar la información navegando por ella.
Algunos han comenzado a ver la relación entre el lenguaje hipermedia y multimedia que sus lectores del futuro emplean al manejar los videojuegos, incorporando posibilidades de profundidad del discurso, niveles de dificultad e interactividad.

La lectura y escritura del hipertexto ocurre en una pantalla, y esta es su gran diferencia con los soportes anteriores como el papel, por lo que tiene una superficie con una dimensión temporal y espacial muy diferente al impreso. Por lo que ya no se trata de una superficie, sino de una interficie. También es cierto que la legibilidad en una pantalla no es la misma que el papel. Aunque los diferentes y bien intencionados estudios sobre la legibilidad en pantalla arrojan resultados diversos, si se tiene en cuenta que la velocidad de lectura en pantalla es un 25% más lenta que en papel, el lector del texto electrónico, sobre todo sino está habituado a este tipo de soporte, tiende a saltarse palabras.

A su vez, el espacio pantalla reúne todas las características de lectura posibles hasta ahora: es una pantalla-tableta que puede albergar informaciones tanto en forma de lectura lineal como códice o como rollo (horizontal y vertical), de lectura de página individual y de lectura en movimiento.

El discurso digital

Según Alejandra Carbone (2008) el discurso digital está compuesto por el uso excesivo de las técnicas del collage digital. Los procedimientos y recursos digitales, como las herramientas de selección (cortar y pegar), la creación multicapas y multicanal, el control selectivo de la transparencia, el uso de máscaras y plantillas para definir el nivel de integración de las formas de composición final, y la digitalización, como recurso para incorporar diverso material gráfico, han propiciado la mezcla heterogénea de fragmentos, generando un carácter múltiple en las composiciones gráficas y audiovisuales.

Carbone, además sostiene que si repasamos lo que pasa en lo impreso a partir de la edición digital, es indudable que los programas de edición propician el tratamiento de todos los elementos de forma global, los convierten en estructuras homogéneas, situadas dentro de un marco (el del monitor) y que obedecen a leyes primordialmente visuales (leyes que se superponen a las puramente textuales). Los Discursos o textos se formatean dándoles unas apariencias determinadas que obedecen a unas leyes de equilibrio, que antes solo estaban en manos del compaginador y del linotipista (cuya tarea era diferida hasta los últimos estadios del proceso de confección de un libro), pero que ahora, en algunos casos, se encuentran en manos de los propios creadores del texto o discurso, de forma que las decisiones textuales (o incluso de contenido) se mezclan a veces con las puramente formales.

Por otro lado, la estructura íntima de los textos tiende cada vez más a estar dividida en bloques compactos que pueden moverse fácilmente de un lado a otro, de forma que los equilibrios rítmicos y estilísticos del texto en general acaban desvaneciéndose a favor de los propios de cada bloque. Estos bloques, por virtud de los diferentes traslados, se contraponen unos a otros y dan lugar a textos cuya característica principal es ser un conglomerado de partes muy compactas en lugar de un tejido homogéneo que se desarrolla con fluidez como aspiraba a ser el texto en el libro clásico.

Sobre la intervención de los medios digitales en la escritura Carbone (2008: 119) señala que intervienen no sólo en la composición a partir de la facilidad de recombinar partes de los mismos, poniendo con ello en contacto sectores que en principio no mantenían ninguna relación espacio-temporal entre sí. Escribir en un programa procesador de textos permite reproducir el mecanismo asociativo de la mente que nada tiene que ver con el eje pasado-presente-futuro, pero no lo hace antes de la escritura, sino después de ella, en un proceso de meta-asociación que también puede considerarse como meta-escritura.

La lectura del discurso digital

La experiencia de lectores de discursos digitales o hipertextos es reconfigurada por la presencia de múltiples trayectos que crea un texto o discurso con mucha menor independencia respecto de los comentarios de analogías y tradiciones del texto impreso. Esto no solo reduce la separación jerárquica entre un texto principal y anotaciones, sino que ahora éstos existen como textos independientes, unidades de lectura o lexias, al tiempo que se desvanecen las fronteras entre los textos individuales. La linealidad de la experiencia de leer no desaparece del todo en el hipertexto, pero las unidades narrativas dejan de seguirse unas a otras en una inevitable cadena de páginas. La trama se convierte en multidimensional y, teóricamente en infinita a partir de la posibilidad de establecer nexos ya sea programados, fijos y variables o bien aleatorios o una combinación de ambos.

Lectura en papel

• Géneros: carta, libro, prospecto, cartel, dedicatoria, postal, etc.

• Monomodalidad: escritura.
• Linealidad.
• Aislamiento y – intertextualidad
• Interacción limitada
• Procesamiento serial
• Manipulación de artefactos
• Diversidad: artefactos, usos, etc.

Lectura en línea

• Géneros: webs, blogs, foros,
Chats, e-mails, juegos.

• Multimodalidad: imagen, audio, video, virtualidad.
• Hipertextualidad.
• Conexión y + intertextualidad
• Mas interacción
• Procesamiento simultaneo. Multitarea.
• Virtualidad, acceso indirecto
• Uniformización de la pantalla

El soporte digital fractura la linealidad narrativa propia de los soportes analógicos, confiere al texto una configuración poliédrica, lo abre, lo expande, lo fragmenta y lo convierte, o lo podría convertir gracias a las redes, en ubicuo y participativo. Esta posibilidad emerge en entornos informáticos, únicos soportes que permiten una construcción discursiva hipertextual, esto es, basada en unidades de información (nodos) articulados entre sí mediante órdenes de programación (enlaces).

El discurso hipertextual ha hecho que la trama discursiva sea ahora multidimensional y, en teoría, casi ilimitada, con una posibilidad también casi ilimitada de establecer nexos (links) ya sean programados, fijos y variables, o bien aleatorios o seguramente una combinación de ambos. Es un proceso de descentramiento o dislocación que se produce al moverse por una red de textos, desplazando constantemente el centro a través de un conjunto de textos o discursos conectados. Así encontramos discursos de especialistas en hipertexto postulando la necesidad de abandonar los actuales sistemas conceptuales basados en nociones como centro, margen, jerarquía y linealidad y sustituirlos por otras de multilinealidad, nodos, nexos y redes.

La red hipertextual no representa ya una concepción del espacio como el libro (o mejor dicho de lo temporal lineal y progresivo), ni tampoco de un espacio-tiempo como en los objetos de lectura global. La referencia espacial y sensomotora actúa cuando, delante de la pantalla tenemos acceso a una pequeña parte, que se nos parece más y más insignificante si pensamos en las posibilidades de vinculación. Por consiguiente es más fácil perderse navegando en la red que hojeando una enciclopedia ya que esta se sobrevuela, mientras que el hipertexto se nos presenta como un paquete al que accedemos por un recorte, por una ventana.

Además, hay que comprender que el libro es un objeto, el hipertexto es un proceso. Un proceso que socava también uno de los rasgos centrales impresos en la conciencia tanto del autor como del lector: la idea de un autor individual propietario de sus palabras e ideas enturbiando así el concepto tradicional de autoría. Aparece más atinado llamar diseñador al creador de un hipertexto que autor porque más que autoría existe construcción, mantenimiento, indagación intelectual, búsqueda de nuevas formas de composición ergonómica, etc.
Según Vandendorpe (2003) en un texto sobre papel, los párrafos o bloques de información están dispuestos según un orden secuencial, y el lector accede a ellos esencialmente por contigüidad, al tiempo, al tiempo que se ayuda de elementos tabulares más o menos cuantiosos. En un hipertexto, los diversos bloques de información pueden constituir otros tantos islotes distintivos y autónomos, accesibles por el lector en una misma “página” o en páginas separadas. Según la índole del documento y los lectores enfocados, el autor de un hipertexto podrá favorecer un acceso por selección, por asociación, por contigüidad o por estratificación. Estos diversos modos pueden existir solos o en diversas combinaciones.

1. Selección. El caso más sencillo de selección es aquel en que el lector escoge en una lista o determina por una entrada en el teclado el bloque de información que está interesado en leer. Los diversos bloques de información constituyen otras tantas unidades distintas entre las cuales no hay ningún enlace esencial. El lector es guiado por una necesidad de información muy precisa que se agota no bien logró satisfacción.

Este modelo es típico del catalogo, donde toda organización está construida sobre un principio de expansión, ya que cada palabra del índice permite una ramificación sobre la descripción detallada. El diccionario también funciona según este principio, pero cada uno de sus artículos también puede contener remisiones a otras entradas, palabras sinónimas, antónimas, etc.
Esto también es característico en un hipertexto ficcional, donde cada pagina – pantalla comprende varios enlaces que apuntan a otras páginas, actualizando así el ideal borgeano de los “senderos que se bifurcan”. De igual modo, en el campo del ensayo, cabe imaginar que cada bloque de texto esté seguido de cierta cantidad de íconos, cada uno de los cuales correspondería a una continuación textual posible en función de las reacciones esperadas por parte del lector, en la medida en que el autor esté en condiciones de preverlas. Tras haber leído un segmento de texto específico el lector podría seleccionar la “continuación” mas pertinente, teniendo en cuenta su configuración mental del momento. Al hacer esto estaría obligado a internarse activamente en su lectura, debiendo realizar elecciones y pronunciarse paso a paso luego de cada selección leída.

Pero hay que tener atención a la selección combinatoria. Si un bloque de texto se abre sobre tres opciones y cada una de éstas también comprende otras tres, en le tercer nivel tendremos 9 continuaciones posibles al texto de partida., 27 en el cuarto y 81 en el quinto. Por lo tanto, habría que redactar 121 textos para que una continuación de cinco párrafos sea accesible en el modo perfectamente “libre” e hipertextual. De hecho hay que renunciar a la idea de que las opciones puedan ser abiertas a cada nivel, de no ser así su multiplicación llevaría al lector a una deriva inexorable, al tiempo que forzaría al autor a explorar rigurosamente todas las posibilidades lógicas en cada punto de su argumentación. Por lo demás, la libertad aparente ofrecida de este modo al lector no hace sino reforzar la posición soberana del autor, que aparecería como el amo de todos los desenlaces posibles.

2. Selección y asociación. El lector escoge los elementos que quiere consultar pero también puede navegar entre los bloques de información dejándose guiar por las asociaciones de ideas que surgen con el fluir de su navegación y de los enlaces que se le proponen. Este modelo es típico de la enciclopedia.

3. Selección, asociación y contigüidad. Además de los modos precedentes, los bloques de información son accesibles de manera secuencial, como lo son las páginas de un libro. Este modelo conviene a un ensayo o a un artículo científico y sobre todo será utilizado para adaptaciones de CD rom de obras impresas sobre papel. Corresponde una trasposición del códice al formato electrónico.

4. Selección, asociación, contigüidad y estratificación. Además de ser accesibles mediante los modos precedentes, los elementos de información pueden ser distribuidos en dos o tres niveles jerarquizados según su grado de complejidad, lo cual permite responder a las necesidades de diversas categorías de lectores o satisfacer, en un mismo lector, diversas necesidades de información. Este modelo de hipertexto combina al máximo las ventajas del códice con las posibilidades abiertas por las computadoras, sobre todo por la consideración de la nueva dimensión del texto, que la de la profundidad. Al superponer distintas “capas” de texto sobre un mismo tema. O según otra metáfora, satelizar alrededor de un núcleo central distintos documentos complementarios cuyos usos son bien definidos, un hipertexto estratificado ofrece de hecho varios libros en uno.

Por ejemplo, el usuario del hipertexto podría desplazarse en una ventana principal donde pasaría las páginas, teniendo también la posibilidad de abrir en paralelo una o varias ventanas secundarias que ofrecieran un discurso más teórico o, por el contrario, más vulgarizado. Según los casos, los niveles de información serán clasificados en función de un eje concreto / abstracto, de una escisión entre relato y documentos, o entre texto erudito, datos experimentales y obras de referencia, o incluso entre texto didáctico, ejemplos y ejercicios.

Por otra parte los modos de organización del hipertexto pueden desembocar en formas de navegación muy diferentes según el grado de opacidad o de tabularidad destacado por la presentación de los datos. Según la concepción original del hipertexto, este nuevo modo de organización textual debería apuntar a diferenciarse radicalmente del impreso, no imponiendo enlaces que conduzcan a nuevos bloques de información siguiendo exclusivamente sus propias redes asociativas, en una deambulación perfectamente libre.

Para saber más:

Alejandra Carbone (2008) “De superficies e interficies en la comunicación gráfica” en Seminarios “Espacio Tiempo, pensamientos prácticados” págs. 103-120, Nobuko, Buenos Aires.
Fainholc, Beatriz. (2004) “Lectura crítica en Internet. Análisis y utilización de los recursos tecnológicos en educación.” Rosario: Homo Sapiens Ediciones.
Fogg, B. J. (2003) “Persuasive Technology. Using Computers to Change What We Think and Do”. San Francisco: Morgan Kaufmann.
Moles, Abraham (1991) “La imagen, comunicación funcional” Trillas, México D.F.
Vandendorpe, Christian (2002) “Del papiro al hipertexto, ensayos sobre la mutación del texto y la lectura” EFE, México D.F.
Vilarino, Teresa & Anxo, Abuín (2006) “Teoría del hipertexto, la literatura en la era electrónica” Arco, Madrid.

Fuente: Los Andes Puno

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