miércoles, marzo 09, 2011

Inteligencia y nutrición de la niñez en la región Puno




Walter Paz Quispe Santos

Es evidente que la pobreza como una condición humana define el estado nutricional de la inteligencia del niño andino. Tal como lo señala Pollit (1986) nuestro país no ha tenido un cambio social significativo en las últimas décadas que haya beneficiado a los sectores de la población económicamente oprimida. Se vive una crisis económica que debilita a muchos sectores, sobre todo a aquellos que no cuentan con los recursos para satisfacer sus necesidades básicas. Los indicadores sociales y de salud ponen en evidencia la prevalencia de la desnutrición energética – proteica, de la anemia férrica, de la diarrea y de muchas otras endémicas en los niños que son hoy en día iguales o más altas de lo que pudieron haber sido quince o veinte años atrás. El niño puneño, por lo tanto vive un proceso de dificultades en el desarrollo de su inteligencia de acuerdo a su potencial genético, existe por lo tanto la prevalencia de la desnutrición crónica en los andes.

Sin embargo, hoy en día existe un cierto fundamentalismo en la educación que parte de la premisa pedagógica del cultivo de la mente, el desarrollo de la inteligencia o más propiamente “el enseñar a pensar”. En ese sentido, aproximarnos a la comprensión del desarrollo integral del niño andino es singularmente relevante. En ese marco, la escuela como espacio de intervención psicopedagógica y de desarrollo de conocimientos puede que no sea el único agente socializador ni muchos menos el más potente, pero significa un factor importante que contribuye a moldear el funcionamiento intelectual del niño para responder a las demandas sociales.

La relación entre pobreza e inteligencia, por lo tanto es un punto importante a tomarse en cuenta. Las comparaciones estadísticas transversales entre los cocientes de desarrollo de los grupos de diferentes ingresos económicos de las investigaciones desarrolladas por Pollit muestran que si los hijos de padres con ingresos bajos permanecen en el mismo medio económico durante todo su desarrollo, se puede asumir válidamente que habrá una tendencia muy fuerte a que el nivel de funcionamiento intelectual de la niñez a la adolescencia se mantenga bajo.

Los efectos de la suplementación alimenticia en el desarrollo cognoscitivo escolar son evidentes. Los estudios desarrollados por Pollit de las pruebas de desarrollo e inteligencia de los niños de bajos ingresos que consiguientemente no satisfacen sus necesidades alimenticias frecuentemente se encuentran significativamente por debajo de las puntuaciones de los niños de las familias de ingresos medios o altos.
La desnutrición entendida como la deficiencia específica de alguna vitamina o minerales o una deficiencia mayor de tipo energético –proteico, es la que mayor incidencia ha tenido en la educación y el desarrollo. Las formas de clasificar los niveles de deficiencia energética proteica más comunes son la de peso y talla. La historia nutricional de los niños pobres con una desnutrición severa no diferenciada y la identificación de los factores causales son difíciles de determinar, porque no existe información valiosa sobre los niños antes de ser desnutridos. Las inferencias relacionadas a comprender los efectos de la desnutrición severa sobre la conducta y el rendimiento intelectual del niño expresan:

El marasmo se desarrolla generalmente poco tiempo después del nacimiento, y es crónico en la mayoría de los casos. El kwashiorkor generalmente se presenta en el segundo año de vida, y es muchas veces una condición aguda. El marasmo tiene frecuentemente múltiples factores etiológicos mientras que el kwashiorkor es usualmente resultado específico de una deficiencia dietética.

Los efectos específicos de una desnutrición severa en el desarrollo intelectual son generalmente:

El niño muestra una gran apatía acompañada de una irritabilidad marcada y es anorectivo. Desarrollo pobre de las habilidades motrices. Algunos niños de kwashiorkor presentan atrofia cortical y subcortical. Disminución marcada de la actividad, atrofia cortical e hipotonía en niños con una desnutrición de tercer grado. Presentan menor peso cerebral que otros niños de la misma edad que no se encuentran desnutridos. Hay una desaceleración cardiaca inicial muy marcada. Los niños severamente desnutridos o no responden o responden menos a los estímulos ambientales que los bebes bien nutridos. Existe una disminución en la capacidad receptora del aparato cognitivo.

Estos detalles de la nutrición y su relación con el desarrollo intelectual hay que tomarlos con seriedad cuando se emprenden tareas de la educación de los niños y niñas de los andes.

1 comentario:

Rocio dijo...

felicitaciones por su articulo, comparto sus ideas.
en mi opinion considero que el desarrollo integral del niño pedende de multifactores en los cuales la educacion, la nutricion y la salud son los ejes fundamentales para que este se lleve a cabo con normalidad.