miércoles, agosto 13, 2008

El currículo oculto: discurso, poder y cognición en el aula.




Walter Paz Quispe Santos

¿Por qué no existe relación y armonía entre las intencionalidades curriculares del sistema educativo y los intereses y necesidades de los educandos? ¿por qué las propuestas del Ministerio de Educación como el Proyecto Educativo Institucional, el Proyecto Curricular de Centro y el de Aula no cumplen los propósitos esperados? ¿por qué los objetivos, metas, propósitos, fines, competencias, capacidades que se expresan en las normas legales o programas oficiales, los contenidos seleccionados que el educador explicita en el aula no tienen sentido ni eco en los educandos? Estas son algunas interrogantes que inevitablemente nos conducen a darle una mirada al currículo oculto, es decir, a los aspectos de la vida cotidiana de las escuelas y de las aulas a los que se presta menos atención; o, el significado social y los efectos no previstos de las experiencias escolares en los que se ven envueltos educandos y educadores.

El currículo estático referido a los procesos de planificación y el currículo dinámico que tiene que ver con la explicitación de las intencionalidades en los centros educativos están condicionados por el currículo oculto, o dicho de otro modo por lo implícito que tienen que ver con las concepciones educativas de los docentes, su formación, las maneras como se conciben las intencionalidades del estado, las ideologías que subyacen a la práctica educadora, los intereses grupales, el estado emocional, entre otros y que están presentes en los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Así muchas veces el discurso oculto de las cotidianidades en las aulas traicionan las buenas intenciones de muchos educadores. Las ideologías así como el poder, los discursos o el uso del lenguaje, afectan de manera decisiva en los procesos de cognición y socialización de los niños. En ese marco, el propósito del presente artículo es analizar las unidades discursivas de los docentes, entendiendo por tales no solamente las dimensiones textuales, sino también su simbología a lo que llama Basil Bernstein (2002: 11) “discurso pedagógico” en tanto que permite conectar los cambios en la cultura y en la sociedad con la reproducción de los límites discursivos y no discursivos en las relaciones sociales y con las diferentes expresiones de la diferencia que dichos límites comportan.

Por lo tanto, existen evidencias suficientes para sostener que el discurso del profesorado participa obviamente en la reproducción de muchas formas de dominación y desigualdad, como la clase, edad, nacionalidad, religión, idioma, orientación sexual, dentro del currículo oculto. Las representaciones sociales de ciudadanía étnica y diferenciada, por ejemplo son construcciones en los que el docente tiene una participación activa a través del discurso que emplea en su transmisión y la socialización infantil o juvenil, si bien es cierto asumen los patrones preescritos también en ocasiones acostumbran a resistir y alterar los mensajes a los que la institución escolar los somete. La dilucidación de esas tensiones básicas contribuye a comprender mejor la complejidad de nuestra educación.

Ideología y poder del educador en el aula.

“haber todos a ponerse de pie” es tal vez el comienzo con que legitima su autoridad el docente cuando ingresa al salón de clases. Evidentemente la manera como llama la atención cuando alguien no se ha puesto de pie muestra su concepción de la educación. La dilucidación de la misma, nos conduce a averiguar ¿cuál es la ideología que subyace a la práctica discursiva del educador y los efectos en las concepciones de futuros posibles, cogniciones y socializaciones variadas de los niños o adolescentes?

Las formas en que las ideologías se expresan y reproducen los educadores en el discurso supone averiguar el estatuto y funciones mentales de “sus” ideologías en términos de cognición social. Las condiciones y funciones de las ideologías en el aula no sólo son cognitivas sino también sociales, políticas, culturales e históricas. Sin lugar a dudas, las ideologías se forman, cambian y se reproducen en el discurso y la comunicación socialmente situados (Van Dijk:2000:9). Ahora bien, la ideología se entiende como un conjunto de ideas y representaciones que se imponen a las personas como verdades absolutas, produciendo un autoengaño, una ocultación en su pensamiento y formas de actuar; la función de las ideologías en las aulas constituyen y modelan formas bajo las cuales los alumnos viven y construyen significativamente su realidad, sus emociones, sueños, intereses y otros. Las ideologías de los educadores muchas veces traducen una visión del mundo, una perspectiva de las cosas, de los acontecimientos y comportamientos; las mismas constituyen una construcción sociohistórica por lo tanto, son relativas, parciales, incompletas y requieren de reelaboraciones continuas para evitar caer en los absolutismos que no permitan la reflexión y al contrario favorezcan la dominación.

La concepción del mundo que traduce la ideología dota a los educandos de un sentido de pertenencia e identidad, les hace conscientes de las posibilidades y limitaciones de sus actos, estructura y normaliza sus deseos y, al mismo tiempo, proporciona una explicación de las transformaciones y de las consecuencias de los cambios (Torres:1998:19). Pero las mismas en ocasiones son frontalmente ajenas a los intereses y necesidades de los educandos, no son socialmente relevantes, culturalmente pertinentes, ni personalmente significativas, y son ejercidas mediante un poder coercitivo y hasta a veces de manera sutil. Con Gramsci (1981) estas relaciones entre ideología y sociedad se conceptualizan como hegemonías, las mismas trabajan más sutilmente a través del manejo de la mente de los educandos, esto es, construyendo persuasivamente un consenso sobre el orden social. Así los lenguajes sexistas, el machismo, los maltratos, los racismos, etnocentrismos, la violación de los derechos humanos, la discriminación, los prejuicios, entre otros representan el “sentido común” y el “lugar común” de las cotidianeidades y rutinas escolares.

Las ideologías como parte de la estructura social exhiben y controlan las relaciones de poder y dominación entre los grupos, clases, formaciones sociales, organizaciones, así la comprensión de la mente social de los niños en su contexto social nos permiten observar en las prácticas sociales cotidianas formas pedagógicas de los educadores, ya que las relaciones específicas de poder tienen una prolongación en el sistema educativo. Nótese que si un educador tiene una formación esencialista, experimentalista, racionalista, perenialista, liberal o marxista, cristiano o islamista evidenciará en apariencia esas ideologías.


Manifestaciones discursivas en el aula.

Veamos dos manifestaciones discursivas, el primero de ellos corresponde a la de una educadora y el siguiente a una educanda, descrito por un educador.
“ La profesora pidió a sus alumnos que prestaran atención a lo que ella escribía en la pizarra. “Tengo una muñeca vestida de azul, zapatitos blancos y velo de tul”. Puntero en mano, la profesora hizo que los alumnos repitieran, por lo menos unas cinco veces, cada uno de los versos de la pizarra, sin percatarse siquiera de sí sus discípulos entendían o no lo que decían. Nunca se dio explicación alguna sobre el contenido de los versos (...) Sin embargo, nadie parecía aburrirse y el “loreo” continuaba, con los alumnos que creían que imitaban a su profesora a perfección y con ella sin darse cuenta de los obvios problemas que tenían sus alumnos para emitir sonidos castellanos. A la voz de “vestido”, los niños decían “wistiru”; de “muñeca”, “moñica”; y de “tul”,”tol”. (...) Darío, imitando a su Maestra, puntero en mano y presto a demostrar lo que sabía, leyó de corrido los versos de la pizarra: “Tinku u-na moñica wistiro de a-sol saptitus lancus y wilu de tol”...” (López: 1984: 45)

“Soy una indiecita escolar. Me reconoces; / mi retrato está en los folios de grandes libros; /retratada con polleras o con “uniforme”... Frente a la pizarra se me adelanta una niña blanca,/ a ella es a quien educa el Maestro./ Lloro porque soi(sic) india y tengo una niña blanca que el Maestro ha creado dentro de mí; / esta niña no me puede;/ el Maestro le da fuerzas y sustento/ el Maestro tiene grandes métodos para esta niña./ El maestro se olvida de mí, de todos los alumnos/ y dice que para los indios no se ha inventado nada./ A ratos me confunde: me convierte en ella, o ella en mí; / cuando no me habla el profesor, desaparece, /en cada diciembre muere y cada abril resucita./ Al concluir mis estudios se extinguirá en la parcialidad”. (Miranda: 1997: 47)

Referencias Bibliográficas:

Ansión, Juan: “La escuela necesita una revolución copernicana” en Allpanchis N° 42 IPA
Bernstein, Basil (2000) “Hacia una sociología del discurso pedagógico” Colección Seminarium, Magisterio, Bogotá.
Diaz Villa, Mario (2001) “Del discurso pedagógico: problemas críticos” Colección Seminarium, Magisterio, Bogotá.
Gramsci, Antonio (1981) “Cartas desde la cárcel” México.
Lopez, Luis Enrique(l984) “Kuns uka siñurita parlpachaxa? En Revista Autoeducación N°
Miranda, Efraín: (1997) “Choza” Horizonte, Lima.
Teun Van Dijk (1983) “Ciencia del texto” Paidos, Barcelona.
Teun Van Dijk (comp.) (2001) “El discurso como estructura y proceso” Gedisa, Barcelona.
Teun Van Dijk. (2002) “Ideología, un enfoque multidisciplinario” Gedisa, Barcelona.
Torres Jurjo. (1997) “El currículo oculto” Morata, Madrid.
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