sábado, marzo 18, 2006

Las elucubraciones de Jesús Walter.


Walter Paz Quispe Santos

El discurso poético de Jesús Walter Zela Mamani, expresa el primer ciclo creador de buena conciencia crítica cuya interrogación permanente es el destino de una musa bronca, fronteriza que supone un ajuste de cuentas con la experiencia vital, con la noción de “lo vivido” lo transgredido y lo desarraigado de la existencia. Los poemas están construidos sobre dos ejes básicos: la frontera como metáfora de las posibilidades poéticas, y la trasgresión como un modo y resultado del ejercicio mismo de la poesía. La misma se define como el resultado artístico que, desde una actitud iconoclasta, revela un contenido plural que expresa aspectos cotidianos de la vida hasta las “ilimitadas” elucubraciones eróticas con una estructura libre y a través de un lenguaje muy propio.

Es cierto que la actividad poética es uno de los testimonios más profundos, complejos y refinados de la existencia humana. Desde Fedro, o el Banquete de Platón, las alegorías de Leopardo en sus cantos, las cartas y odas de John Keats, la memoria involuntaria de Proust, la sombra de Nietzsche, los requiems, la noche y los alientos de R.M. Rilke, los cuadernos de Paul Valery, la “radiance” del joven Joyce y sin olvidarnos de los apócrifos de Machado, constituyen precedentes inexcusables de la experiencia agradable y atractiva, que es la poesía. Ya lo decía el viejo Aristóteles en su Poética que la mimesis y el placer del ritmo eran las mejores causas de una buena literatura, y mi hermano Jesús Walter cumple con esos designios del fuego creador. Cierto, el reconocer característico de la experiencia poética significa que no se trata de una indagación nueva como en el caso de las ciencias, sino al contrario, se refiere a interrogaciones permanentes sobre lo que los humanos sabemos previamente, consciente o subconscientemente.

Lo propio de la experiencia literaria de la poesía, es por tanto el predominio del factor subjetivo, considerado en un doble aspecto; como objeto íntimo e inmediato de conocimiento de la propia identidad, y como tamiz o mediación cognitiva, emocional en la representación y conocimiento de la realidad en torno, a lo que identificamos lo otro como alteridad. En los poemas de “Elucubraciones” observamos que hay cuestionamientos sobre los propios sentimientos y emociones del autor. Creo firmemente en la ficcionalidad y la metamorfosis o como algunos llaman transfiguración como principios diferenciados en la constitución estética de este texto. La modificación o los cuestionamientos, o mas bien transfiguración y/o metamorfosis de las realidad objetiva en la conciencia íntima de Jesús Walter se sienten como lo otro o lo ajeno a lo que la tradición llama alteridad, a cargo de un filtro subjetivo de visión particular y personal muy consciente de su propia identidad. Y en efecto, esas manifestaciones en el poemario se ponen siempre con sorpresa, vitalidad y novedad a las representaciones habituales y consabidas de lo real. El poeta como sabemos puede aún hacer muchas cosas hermosas: edificar, explicar, tomar conciencia de algunos valores intelectuales racionales y si es con agudeza mejor.

¿Cómo sabremos si estos poemas son un eco inerte o una viva voz, o una palpitación del espíritu como lo dijo Machado? Si pudiéramos transitar por los interiores y subterfugios del torrente de conciencia del autor, o las miradas que posee, tal vez tendríamos evidencias de esa imaginación órfica de las que nos hablaba S.T. Colerige, es decir una repetición en la mente finita de los actos eternos de la creación en el infinito. Uno de los malditos benditos como Valery decía que “el escritor en verso que se forma mediante el ejercicio intelectual con desdén de lo emotivo no es poeta sino literato” Tal vez los que transitamos en el oficio de la poesía somos dialécticos o románticos eternos entre la flor de cada día de Wiliam Wordsworth y la flor brava inaccesible, la mal vista de Novalis o quien sabe, tal vez somos los que mientras escribimos hacemos la conjunción entre la rosa bella y la tradición a lo Holderlin, o solo regamos con agua a la rosa en nuestros versos como la rosa cuidada de Rainer Maria Rilke o cantamos de pronto a ninguna rosa, la rosa de nadie, la no rosa a lo Paúl Celan. Pero lo cierto es que las emociones que sentirá el lector al leer estos poemas, son la verdadera función de la poesía. Tal vez mejor así: que el poema nos diga desde él mismo en qué consiste y sobre qué reposa su particularidad propia a través de sus latidos y sus propias manifestaciones.

Finalmente, el poema es el atributo verbal más sintético de la memoria imaginativa, de las emociones creadoras y en el fondo de todo conocimiento poético de “elucubraciones” existe una intuición de una mirada totalizante que impregna lo que toca, y constituyen con su autor el testimonio de un sentido poético que es la única generatriz determinante del proceso creador. Qué mas mi querido amigo Jesús Walter el poeta es fatalmente sucesivo y su papel es vigilar la creación emotiva, la musa y su soledad.


Barcelona, verano de 2005.

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