jueves, julio 24, 2008

La universidad y sus pruebas de admisión





Walter Paz Quispe Santos



Las recientes evaluaciones de admisión en la Universidad del Altiplano, ponen en cuestión sobre la calidad de la misma y su pertinencia con el trabajo pedagógico en las aulas en las distintas instituciones escolares de la región. Los contenidos que corresponden a la experiencia sociohistórica de los pueblos y la cultura universal, y un enfoque del desarrollo de la inteligencia que predomina en las actuales reflexiones pedagógicas. Al mirar las distintas pruebas que se formulan año a año, lo primero que se observa es que nuestra universidad se encuentra subordinada a algunos patrones de algunas Academias Pre Universitarias de Lima que monopolizan y hegemonizan con modelos obsoletos de evaluación preuniversitaria. Quiero decir, que muchas interrogantes son transcripciones de bancos de preguntas de estas academias lo que desdice de la autonomía y relevancia social y académica que debería exhibir la universidad.

¿La prueba de admisión que se aplica en nuestra universidad permite seleccionar a los mejores estudiantes? La respuesta con todo lo que miramos de la calidad y cantidad de preguntas de la prueba que “elaboran” (copian) sus catedráticos, es no. Porque las pruebas hasta ahora aplicadas sólo privilegian el aspecto memorístico y por lo tanto el énfasis del recuerdo de contenidos que contradice con el enfoque del desarrollo humano por capacidades, competencias o saberes. Con ello, lo único que hace la universidad es tener a estudiantes mediocres y por lo tanto, los futuros posibles y la formación académica no serán de calidad.

Existe un consenso generalizado de que una buena formación universitaria es producto de dos aspectos muy importantes. Por un lado, las universidades deben propender a seleccionar a un profesorado universitario del nivel uno con acreditación internacional y nacional, pero hasta ahora nuestra universidad ha mostrado poco interés por contar con docentes de buena formación académica, al contrario continúan los favoritismos políticos para estudiantes de la misma universidad sin experiencia que ingresan a la docencia universitaria y lo único que hacen es reproducir lo que vivieron en las aulas universitarias. Por el otro lado, las universidades deben buscar seleccionar a los mejores estudiantes, y esto se realiza aplicando pruebas de admisión con distintos niveles de complejidad y de calidad. Pero al mirar las pruebas de admisión que se aplican se puede cotejar que la universidad está lejos de intentar tener buenos estudiantes en sus aulas. ¿Y cuáles son las consecuencias de esta forma de selección de docentes y estudiantes? Un desarrollo académico y profesionales mediocres.

La experiencia internacional nos muestra que cuando en una universidad los profesores no son los mejores, los estudiantes se frustran y viceversa: cuando en una universidad con buenos docentes y estudiantes mal seleccionados, los docentes muestran igualmente frustración. Por eso, es importante que la universidad mirara cómo las universidades más importantes del mundo han abandonado esas formas tradicionales de selección de docentes y estudiantes, y asumen formas más coherentes con los tiempos actuales. Una buena universidad es producto de buenos profesores y buenos estudiantes.

Uno de esas dimensiones destacables es que las universidades apliquen un enfoque intercultural en la formulación de preguntas en sus pruebas de admisión, es decir, que muchos de los tópicos deben responder a los contextos locales y regionales; por ejemplo este aspecto es obviado suicidamente en la universidad puneña. Ahora que las reflexiones educativas desarrollan ofertas educativas en función de demandas locales, es importante desarrollar la intraculturalidad e interculturalidad en las pruebas de admisión y en el perfil de los estudiantes y formadores universitarios.

Hay facultades de algunas pocas universidades del país que en cinco años logran formar uno o dos profesionales de alto nivel académico y prestigio lo que asegura y justifica su existencia como facultad. La mayoría de facultades de nuestras universidades puneñas no consiguen preparar un buen profesional líder en cinco años y algunas desde su fundación, con lo que es sencillo saber si su presencia es relevante o no para los intereses regionales. Hay facultades que con su mediocridad hace mucho tiempo han escrito su partida de defunción. Algo más: la universidad es responsable del desarrollo de una región. Hay regiones que han crecido y han posicionado su producción y servicios, gracias a sus universidades y otras que también sucumben debido a la inacción de sus malas universidades. La universidad forma élites profesionales y queremos que ellas sean de calidad para el desarrollo de la región y con esas pruebas de admisión miserables no se pueden ir a ninguna parte. Una mala universidad tiene malos profesores y estudiantes mal seleccionados.
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