miércoles, julio 30, 2008

Las retóricas de García




Walter Paz Quispe Santos.


Escuchar a Alan García es escuchar a un político que elabora muy bien el discurso oral, ornado de retóricas y falacias argumentales como el argumento de números. El discurso que pronunció ayer con motivo de fiestas patrias tuvo ese marcado vértigo argumental. Y ciertamente esa forma de operar con las cifras busca convencer de los supuestos logros del gobierno en una población que siente y mira que la realidad contradice a los datos estadísticos.

Es preciso desconfiar de los aspectos angelicales de la argumentación en el discurso político de Alan García, porque con el uso desmesurado de números lo convierte en una actividad sospechosa llena de paralogismos, sofismas, seudo razonamientos capciosos y falaces.

El argumento de números o llamado comúnmente como el juego de números usado por el presidente García para comunicar sus logros a la sociedad peruana tiene el propósito de usar las cifras y las estadísticas como medios básicos de mostrar objetividad de manera persuasiva. Tratan de representar los hechos ante las “meras opiniones” o “impresiones” de la oposición y la población que no siente esos avances en la satisfacción de sus necesidades. El primer atributo que se presenta sobre los logros de gestión del gobierno aprista es la cantidad. A menudo se expresa en términos absolutos, ya que hablar de miles de beneficiados crea en el interlocutor un impacto más fuerte que hablar de menos de un 0.1 por ciento de la población. Igualmente cuando se habla de dinero invertido y la carga económica, la cantidad se topicaliza como una forma de convencer a la ciudadanía sobre los aspectos positivos de un gobernante. Estas estrategias discursivas buscan posicionar al gobierno y esconder muchos otros aspectos donde no se ha tenido impacto y existe insatisfacción social.

Otro aspecto muy prominente en el discurso fue sin duda una estrategia argumental muy conocido en el discurso político. Se trata de una estrategia ideológica muy general que busca hablar de los aspectos positivos del gobierno aprista y hablar de los aspectos negativos de la oposición y no hablar de los aspectos negativos de su gestión y tampoco hablar de los aspectos positivos de la oposición. Este tipo de autopresentación positiva y presentación negativa de los demás, fue un rasgo marcado en el discurso de Alan García.

Los topoi que son alusiones a un lugar común muy empleados por el Presidente García con recurrencia fueron el analfabetismo, hambre, desnutrición, madres gestantes, cesantes, etc. Los topos son instrumentos lingüísticos que conectan determinadas palabras que organizan el discurso posible y definen los discursos aceptables y coherentes con lo que espera escuchar la comunidad. Los topois son temas de dominio público que se han convertido en una especie de estándares, de manera que García la usa como argumentos “preparados” El discurso político demagógico recurre frecuentemente a ellos. El topoi estándar constante en el discurso de García fue el de gran cantidad con exagerada reiteración.

La reducción de la pobreza en más de cinco puntos y las falacias como “la agricultura crece sin paternalismos”, “la regionalización avanza”, generan bocetos en la población peruana de provincias que mira que no existen cambios significativos en esos aspectos.

Si los mandatarios que quieren dirigir a los demás simplemente se hicieran obedecer, no habría necesidad de argumentar y convencer. El papel de la retórica busca modificar la conducta de las personas a partir de la persuasión, sin parecer forzarlas. Uno de los principales medios que se usa para ello es la información: dando falsas informaciones, o sencillamente seleccionando las informaciones, se puede modificar los juicios de los interlocutores sobre las cosas, y con ello también su conducta.

En la persuasión de Alan García la mentira es probablemente la más eficaz, debido a que cuando tiene éxito pasa desapercibida. La mentira consiste en dar voluntariamente a un interlocutor una visión de la realidad, diferente de la que uno mismo tiene por verdadera. En suma Alan García hablo tan bien, pero tan bien que ya no le creemos.
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