viernes, abril 04, 2008

Colegios privados con nombres raros.





Walter Paz Quispe Santos

Nuevamente la publicidad nos trae a través de la radio y la televisión lo mismo de siempre, a vísperas del inicio del año escolar. El nombre del centro educativo, bajo cuya advocación se nos ofrece modelos de enseñanza más otras etiquetas sociales. Pero llama la atención la poca reflexión de sus promotores a la hora de elegir un nombre para su centro educativo. La lista de nombres raros es extensa y sin mayor pertinencia con nuestra región que ahora más que nunca necesita reivindicar nuestros valores regionales.

Con el nombre de los centros educativos privados pasa lo mismo que con los padres que eligen nombres raros para sus hijos. Si algún estudioso deseará constatar los procesos de transculturización y alienación en los padres, basta con visitar los municipios y mirar los registros de nacimientos. Y para saber, que ocurre con las instituciones de gestión no estatal desde la dimensión de la identidad basta con identificar los nombres raros que tienen y muchas veces estúpidos y sin mérito alguno para los intereses regionales. Poner un nombre raro se ha hecho costumbre sobre todo en las ciudades de Puno y Juliaca. Hay nombres que causan bostezos a la hora de identificar su obra y contribución en el desarrollo regional y también insidia a la hora de escucharlo en los medios de comunicación.

Si uno realiza el ejercicio de preguntarse el ¿por qué?, de un determinado nombre como Dalton, Champagñat, San Ignacio no se de que, Galeno, Mark Keppel, Jean Piaget, David Ausubel, y muchos otros, encontrará que son personajes extraños al desarrollo regional y los procesos históricos sociales de Puno. Si la educación se entiende como una de las más potentes y mejores estrategias de afirmación cultural, será siempre su condición sine qua non seguir el imaginario de sus personalidades y seguir su ejemplo. Pero con nuestras instituciones privadas no pasa lo mismo; al contrario, se han constituido los ejemplos más notables de la alienación y la falta de reflexión local y regional.

Estos nombres constrastan muy bien con los de Carlos Rubina Burgos, Telesforo Catacora, Maria Asunción Galindo, Alfonso Torres Luna, José Antonio Encinas, y muchos que para alegría de los puneños llevan nuestros centros educativos más representativos. Y hoy aun tenemos muchos ilustres puneños que merecen ser reivindicados y cuya obra necesita ser reafirmada en el mundo escolar, y sobre todo en la iniciativa privada que al parecer en toda su acción se ha convertido en caricatura de nuestra historia universal.

Una región andina, que vive su andinidad y andinismo; cómo podría afirmarse desde la banalidad de sus instituciones que más están pensando en el exotismo del marketing, el dinero fácil y la explotación; porque también se han convertido en los centros de abuso y atentado de los derechos laborales de profesores. Ni hablar de los locales donde funcionan. ¿Es ese, el tipo de institución privada que necesita la región? Sin duda que no. La región necesita instituciones de gestión no estatal que sea parte de nuestra identidad y como verdaderos íconos del desarrollo educativo.

Una forma de salir de este marasmo, sería la formulación de políticas culturales que corrijan este vacío de reflexión a través de normas de desarrollo educativo regional. Si caben por supuesto Fernando Sthal o Manuel Z. Camacho que hicieron mucho por la educación regional o Carlos Condorena, Domingo Llanque Chana, pero los otros… sólo son monumentos ficticios a lo extraño y extranjerizante.

A todo esto, la miseria de los spots publicitarios no dicen que ya no hay colegios buenos ni malos, sino solamente buenos o malos profesores. –Deberían hacer publicidad a favor de los buenos profesores que hay y que son unos cuantos- Ya no tiene sentido buscar un buen colegio solamente con buenos profesores, por que en la región no los hay… lo que existen son instituciones educativas públicas o privadas con profesores desde la A hasta la Z, es decir buenos y malos. Y lo que interesa para nuestros hijos son profesores A, con buenos perfiles y que tengan identidad y orgullo regional. Y claro, por lo visto tendremos que ser amantes del traslado de una institución a otra institución porque no todos los años tendremos la suerte de tener sólo a los buenos maestros.

Si algún promotor leyera esta opinión y cambiara el nombre raro que le ha puesto a su escuela o colegio y que reivindicará a un insigne educador como Emilio Vásquez o José Portugal Catacora, sería lo mas puneño y la mejor iniciativa privada.
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