viernes, abril 04, 2008
¿Está prohibido pensar en el separatismo?
Walter Paz Quispe Santos
La semana que pasó, el Presidente Regional Hernán Fuentes llamó la atención de la opinión pública nacional al sostener el separatismo como alternativa a la falta de vocación descentralista del mandatario Alan García. Claro, también despertó un vivo interés de la ciudadanía puneña que no estaba acostumbrada a escuchar planes de tamaña proyección: la separación de la región Puno del resto del país. ¿Para formar qué? ¿Un nuevo país? ¿Un nuevo Estado Federal? Sólo Hernán Fuentes sabe el tamaño de su idea, nadie más.
Esta idea sin duda, fue contestaria frente a un gobernante aprista que muy a su modo resuelve con autoritarismo y con métodos nada democráticos muchos temas regionales. Hasta hace poco la designación de Directores Regionales era competencia del ejecutivo nacional, y hasta ahora muchas políticas regionales los decide el centralismo sin consideración de los presidentes regionales. El protagonismo del presidente García y con ambiciones políticas a favor del APRA es evidente, y para ello busca deslegitimar presidentes regionales y ponerlos en ridículo. Y por supuesto hay Presidentes Regionales que caen con mucha facilidad en esas trampas políticas.
¿Qué nos interesa reflexionar de estos episodios políticos? Por un lado tenemos al APRA representado por Alan García, que no tiene voluntad política para desarrollar una descentralización real. Es decir, no les conviene. Ni al parecer es conveniencia de toda una clase política que piensa el país en términos de un centralismo cómodo y simple. Un país visto así desde las macrodecisiones de políticas y proyectos sociales convierte a los Gobiernos Regionales no en órganos descentralizados, sino en oficinas desconcentradas dependientes de las famosas políticas nacionales. Entonces ¿quién alienta las ideas separatistas? Indirectamente el centralismo limeño, no cabe duda.
Por otro lado, hay cierta inteligencia criolla limeña con mentes cerradas y estereotipadas, azuzan temor usando como argumentos el tema del narcotráfico y el contrabando, para legitimar las acciones nada coherentes del gobierno contra las regiones. Son falacias o vértigos arguméntales estereotipados contra los puneños. Falta saber ¿qué se desean de las regiones? ¿Cuál es el proyecto político, económico, social, cultural para con las regiones? ¿Sólo sucursales y estancos que sirven a Lima? Lima para todo, Lima y nada más que Lima.
Ideas separatistas en el altiplano los hubo siempre. Carlos Condorena, pensó en una república independiente aimara. Lo soñó y trazó sus derroteros cartográficos en Wancho Lima, una comunidad de la provincia de Huancané en la década del 20 del siglo pasado como respuesta a la explotación y humillación gamonal y terrateniente. ¿Y por qué lo hizó? Porque supo comprender que el centralismo indianista no tenía ningún proyecto para los aimaras.
Estas mismas ideas se avivaron en los lamentables sucesos de Ilave hace poco en pleno siglo veintiuno; todos escuchamos a los pobladores de estas zonas decir que el Estado peruano los había abandonado a su suerte y habían hasta quienes reclamaban ser anexados a Bolivia. ¿Y por qué lo hacían? ¿Por pura simpatía con otros países? No, porque una vez más el Estado no había pensado nada para ellos.
En vez de estar pidiendo “evaluaciones psicológicas” o llamar de “descabelladas”, “cantinflescas” estas ideas, es importante que la clase política y los políticos de todas las bancadas reflexionen en serio el futuro de las regiones. Con propuestas de desarrollo integral y dotando de mayores facultades a las autoridades regionales de turno.
El separatismo dio buenos resultados en Andorra donde se vive una bonanza económica. Le va bien a Montenegro que decide libremente y con buena voluntad su destino. El país Vasco lo busca por muchos años, porque para soñar con el separatismo, pensaron en reactivar su economía y producción en el marco de un regionalismo federal, luego buscaron su autonomía en el Estado español y hoy existen separatistas convictos y confesos que debaten esa posibilidad. Muchos catalanes piensan que Cataluña es una nación sin Estado y que ese Estado había que construirlo o conquistarlo. Son ejemplos de separatismo. ¿Pero en nuestra región Puno? Aquí nadie debate esa posibilidad ni es agenda ni parte del ideario y programa de algún movimiento político regional. Hace poco un movimiento se reclamó de abrazar la bandera de la “autonomía aimara y quechua” ciertamente no paso del slogan y cliché, porque terminaron en una gestión escandalosa.
Lo que debe hacer Alan García es tomar en serio la descentralización en todas sus dimensiones si quiere ver un país unido en su diversidad, sin separatismos ni escisiones regionales. Nadie piensa en nuevos mapas, sólo el centralismo afirma sus límites separatistas con las regiones para diferenciarse, para mostrar inequidad, falta de respeto, maltrato, soberbia, y poca vocación descentralista.
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