sábado, setiembre 02, 2006
Fútbol, poder y pasión redonda.
<Walter Paz Quispe Santos
Fue creado e ideado por los ingleses, se propagó como la mala hierba por todo el mundo, se hicieron de él todos los continentes sin excepción. Cierto, el fútbol, es la única religión sin ateos, y se encuentra mas globalizado que la papa, porque lo practican ricos y pobres, blancos, negros, amarillos, rojos, etc., que más da, hasta se ha hecho de Dios futbolista o sino recordemos la mano de Maradona que se dice es la de Dios
Hoy que existen condiciones muy oportunas para hablar de ella – vivimos la pasión de un campeonato del mundo- hablemos del poder político, económico y tribal que acarrea. Sin duda, este deporte gracias a la televisión convierte al mundo en un solo estadio y nos sienta a todos a verlo. Allí comprobamos que el fútbol ya entró en la era capitalista y el modelo económico con el que funciona.
Al igual que la ONU, el fútbol concentra su imperio en la FIFA. Casi 247 millones de personas juegan al fútbol y esto supone un cuatro por ciento de la población del planeta. La FIFA representa a 207 federaciones nacionales, 16 más que el número de estados miembros de la ONU. Y como si fuera poco, la FIFA ha conseguido el éxito de hacer participar a China y Taiwán en una misma instancia internacional. Así mismo seis confederaciones de la FIFA gestionan la práctica de este deporte en Asia (AFC), África (CAF), Europa (UEFA), Oceanía (OFC), y dos por América (CONMEBOL, CONCACAF). Si la FIFA fuera un país sería la quinta nación del mundo en cuanto a población.
El fútbol siempre ha sido atractivo para la televisión en términos de audiencia por lo que aporta importantes cantidades de dinero. Más de 110 millones de viviendas poseen televisores para recibir partidos de pago por visión. En el año 2002, las cadenas europeas dedicaron 3.900 millones de euros al pago de derechos de transmisión del fútbol de un total de 5.500 millones en conceptos de trasmisiones deportivas. Hoy en día los medios de comunicación constituyen la mayor fuente de financiación y proporcionan casi la mitad de los ingresos de los principales equipos de fútbol europeos.
Los beneficios de los clubes más ricos del mundo superaron en el 2005 los 3.000 millones de euros. El Real Madrid, con 257,7 millones encabeza el ranking. Le sigue el Manchester United con 264,4 millones, luego vienen el A.C. Milán con 234 millones, la Juventus con 229,4, el Chelsea con 220,8, el F.C. Barcelona con 207,9, seguido del Bayern Munich con 189,5, Liverpool, el Inter, Arsenal, Roma, Newcastle, etc. Como vera amigo/a lector/a, el gran negocio del fútbol sólo de ingresos por derechos de retransmisión y venta de entradas y productos se concentra sólo en catorce ciudades de cinco países de Europa: Madrid, Valencia, Barcelona, Lyon, Turín, Roma, Milán, Munich, Gelsenkirchen, Londres, Liverpool, Manchester, Newcastle, Glasgow. En este negocio, nuestros mejores equipos latinoamericanos no cuentan, ni mencionar los peruanos que subsisten con una inversión de sobrevivencia, y mucho peor de los nuestros como el Unión Carolina que vive de las cuotas de los padres de familia del colegio Unidad San Carlos, o el Santiago Miraflores de Acora que ahí va gracias al entusiasmo de un dirigente. A todo esto la FIFA en el ejercicio de 2004 tuvo unos beneficios de 127 millones de dólares. ¡Un verdadero negocio¡.
Sólo el fútbol puede escapar a la dominación estadounidense, si los norteamericanos son todopoderosos en las tecnologías Silicon Valley, la Bolsa del Wall Street, el poder de la casa blanca, el cine de Hollywood, la información de la CNN, y casi en todo. No lo son en el fútbol porque aun siguen sin saber exactamente cuando acaba un partido, por que hay muchos empates, los desbarajustes en el campo y eso de las aficiones violentas. En este caso la superpotencia es Brasil, donde el fútbol se bebe desde el pecho de la madre. Solo que los nuevos crakcs brasileños y sudamericanos se debaten entre la patria y el patrón, y los juveniles se encuentran en manos de contratistas que se lo llevan a Europa a precios inalcanzables.
Si hay algo igualador en este deporte, es que es el único lugar en el que brasileños o argentinos y millones de latinoamericanos más que se identifican con ellos, miran con ciertos aires de suficiencia a la Europa Central. Es que ante tanta desigualdad y crisis políticas el fútbol es nuestro mejor catalizador, y generadora de cohesión social, así como mediadora de la construcción de nuestras identidades nacionales y continentales. Sin duda, el estadio se convierte en el teatro donde se escenifica la nación, simbolizada por la bandera, los colores de la camiseta y el himno nacional.
Finalmente, el fútbol es el único deporte auténticamente global que a diferencia de otros se ha ido extendiendo por todo el planeta pacíficamente y sin imposiciones coercitivas. Su imperio no conoce fronteras ni límites y el único profundamente popular por el que los pueblos entusiastas aspiran efectivamente a ser conquistados y se esfuerzan denodadamente por convertirse en sus mejores exponentes. El mejor ejemplo es Irán donde las protestas contra la prohibición de que las mujeres puedan asistir a los estadios de fútbol se han convertido en centro de reivindicaciones femeninas.
Existe una película titulada “la copa” donde se observa la desesperación de dos jóvenes tibetanos en un monasterio de la india por ver la final del mundial 1998 entre Brasil y Francia. Después de muchos esfuerzos logran salir del monasterio para conseguir un televisor y al hacerlo convierten el monasterio que es un lugar para el recogimiento en un verdadero espacio de alegrías y explosión de emociones. Todos se olvidan del lugar exento de las tentaciones y pasiones “mundanas” y viven con frenesí la final. Se constata entonces que en los monasterios tibetanos el fútbol también es su religión. Ellos y los miles de espectadores en todos los rincones de nuestras patrias chicas de algún modo también han ganado su copa del mundo.
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