sábado, setiembre 02, 2006

La hegemonía del inglés y agonía del aimara y quechua.


Walter Paz Quispe Santos

El neoliberalismo como práctica económica, política, social y cultural impone el ingles como lengua predominante en el mundo en general y en Puno en particular, y condena al aimara y al quechua a padecer una lenta agonía en espera de su completa desaparición para después de muerta convertirla en un dato histórico.

La actitud y lealtad lingüística a una u otra lengua es distinta, al inglés se venera al hablarla, se exige aprenderla en la escuela, la universidad, y se pide como requisito para un puesto de trabajo, y en el habla castellana se masculla a través de los anglicismos hasta llegar al espanglish. Al aimara y el quechua se odia, se escupe con rabia en la escuela y muchos profesores y padres lo prohíben, no es requisito para el trabajo y los pocos monolingües aimaras y quechuas se convierten en bilingües a través del tiempo y el bilingüismo es signo y síntoma crónico de una muerte anunciada.

La posición hegemónica e imperialista del inglés está llevando a discriminar lingüística y culturalmente a grandes sectores de la población, reduciendo los espacios de uso y participación de otras lenguas diferentes y ancestrales como el aimara y quechua en distintos espacios como el comercio mundial, las organizaciones internacionales, la producción científica y la propia educación.

No sólo hay racismo cultural sino lingüístico. La discriminación hacia la persona que habla el aimara o quechua es normalmente patente, y los prejuicios relacionados con estas dos lenguas son un rasgo consecuente del habla día a día. Así somos los puneños de hoy desleales lingüísticamente, desmemoriados con nuestro pasado, y víctimas de una alienación cultural que coloniza y destruye lo propio e impone lo ajeno y extraño.

¿Y que hacen los nuestros por promocionar una política lingüística igualitaria como verdadera expresión democrática? Veamos: ¿El Ministerio de Educación?, con la educación bilingüe que promueve sólo contribuye a la desaparición de la lengua aimara y quechua, ya que el bilingüismo es un paso previo a la extinción de una lengua. ¿El gobierno regional? Es el más ignorante en políticas lingüísticas. ¿El municipio de Puno? Prefiere el cemento y fierro a la lengua identitaria ¿Las universidades? Ambas cuentan con un programa en el postgrado sobre Lingüística Andina, sin embargo, no hacen nada por normalizarlo y hacer que el dictado de las cátedras sea en estas lenguas, como lo practican otras universidades en el mundo con las condiciones similares. ¿Los medios de comunicación? Sólo se limitan a emitir programas matutinos y en las tardes. ¿Las empresas? Nada. ¿El comercio? Menos. ¿Y las demás instituciones? Absolutamente nada.
Las lenguas aimara y quechua son las que menos derechos tienen. Hasta las plantas han adquirido más derechos, por eso hoy se habla de conciencia ambiental, de no atentar contra la naturaleza. Es increíble observar que en una realidad plurilingüe como la nuestra la ausencia de políticas lingüísticas sea total. Así en una realidad neoliberal triunfante, todos actúan como neoliberales y se someten a un imperio mayor de la lengua corporativa estrictamente impuesta que funciona no sólo para reflejar el predominante orden de mercado y sus ideologías, sino también para producir un discurso positivista que acaba con las preocupaciones públicas sobre lo social y lo político.

Todos prefieren aprender el inglés porque lo asocian con el éxito y olvidar el aimara y quechua porque es parte del fracaso. – esa es la lógica de la enseñanza de la misma en la secundaria- Y esa percepción es engañosa. Sino veamos, el caso de los 30 millones de afroamericanos que hablan el ingles como lengua materna ya que les enseñaron bajo el sueño del éxito, y no salen de su condición infrahumana, lo mismo diríamos de los pakistaníes que aprendieron el inglés como segunda lengua y no logran salir del subdesarrollo.

Finalmente la falta de sentido crítico en la enseñanza del inglés es común, se ignora generalmente que al imponerse una lengua dominante al hablante subordinado se promueve una sensación de subordinación, porque se ignora que se sacrifica para ello al aimara, al quechua, su historia, las experiencias construidas con ella. Por lo tanto no se puede continuar enseñando el inglés sin planificación lingüística y convirtiendo así por excelencia en una herramienta de invasión cultural, con su monopolio de Internet, el comercio internacional, la diseminación de la cultura del celuloide, y su papel en la “Disneyficación” de las culturas aimara y quechua.

¿Quién se atreve a darle vida, darle oxigeno, a reanimar al aimara y quechua que agoniza, languidece y muere lentamente asfixiado sus últimos años en este siglo? ¿El gobierno peruano? ¿El gobierno regional? ¿Los rectores de nuestras dos universidades? ¿El director regional de educación? ¿Quién?

Hubo hace poco un sacerdote que se atrevió a levantarlo de la postración y convalecencia, escribió, habló, pensó, soñó, en aimara. Ese padre fue Domingo Llanque Chana fue el único que se atrevió a cruzar el fuego, los demás nos quedamos con miedo atrás colonizados por el poder y el saber imperialista para remedarlo, y mal.

1 comentario:

Hernán Fernández dijo...


Coincido totalmente con lo expresado, pero tambien a nadie se le ocurriria especializarse en cualquiera de nuestras lenguas originarias para desenvolverse en el campo de los negocios internacionales o simplemente para viajar a cualquier lugar del mundo, sin dejar de lado de que estamos en una etapa de transición de la supremacia del ingles a la del chino mandarin. Lamentablemente el poderio impone su cultura y su lengua. Lo mismo hicieron los incas cuando conquistaron todos estos territorios en impusieron el runasimi como lengua oficial en desmedro del puquina, ocasionando su extinción.