miércoles, setiembre 20, 2006
Te vas…¡¡
Walter Paz
Surcar el tiempo, agitar el espacio
eternizar la vida, era tu misión; construir una flor en lo permanente,
subir la cima de la eternidad, desafiar la quietud del río
contemplar la calma del lago, el grito de la tormenta
modelar en la arcilla del tiempo el amor
renacer en la sonrisa de la kantuta era tu designio.
Llegaste sin anunciarte entre la espuma, volaste confines, pero llegaste
te vieron todos, no miles porque no habían miles,
te amaron y en las tardes te escucharon
decías que venías para volver
y volvías para venir.
Emergiste de la disgregación de la mañana
y ahora te sumerges nuevamente,
¿Cuándo emergerás una vez más?
Esperarán igual estoy seguro…
Esperarán para conocer el germinal de tu energía
y para engrandecerte una y otra vez,
y el fuego de la noche nos dirá en la comunión del calor
que todo esta igual
que todo permanece
que la fuerza sigue siendo fuerza
la tierra sigue abriendo sus entrañas
y los tubérculos se agitan furiosas para renacer a la vida.
que el verde reverdece cuando la alegría se enciende en tus mejillas
que el maíz es maíz solo si tus manos son portadoras de su semilla
que el universo es una mariposa que vuela en los tejidos de tus sueños
de donde sale el mundo y crece en la rama de la nostalgia.
Tocas la puerta, abres una ventana a la luna,
aras su tierra, labras el aire con tus plumas
miras desde lejos, cercas la lejanía
partes en dos el universo
y repartes a tus hijos como un pan caliente.
Nos miras desde ahí en este instante,
y te miramos desde la tierra distante
Ahora que partes
sin despedirte sin decir nada y como no te importara
las fogatas que encendiste en nuestra memoria
queman nuestros recuerdos
arden luminosas y llenan de agua nuestros ojos
y tu mirada acariciadora
irisada de estrellas
restregada de luna
es sólo el recuerdo de una sonrisa
que fugaz desaparece en las ondulaciones del río
que cuántas veces cruzamos, cuantas veces nos lavamos en ella
y las veces que bebimos sus aguas entendimos que lo sagrado
era el reflejo de la luna y cómo cuidábamos de ella porque nos anunciaba el intersticio
del presente silente y el ayer polvoriento.
Donde quedaran esos domingos de nuestros encuentros y reencuentros.
esos de fiambre y merienda.
yo te esperaba con un vaso de agua fresca para tu sed,
y tu venías a servirme lo que tus manos habían soñado para mi.
eran presencias de lejanía,
y ausencias que se embarcaban por el mismo río de la nostalgia hasta el otro domingo.
Te vas con una de esas lunas solitarias, esas que nadie mira,
a la que nadie hace caso.
Te vas resplandeciente al filo del agua y de la luz.
Te vas y el silencio empieza a escribir la historia de mi tristeza.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario