sábado, setiembre 02, 2006

Las evaluaciones devaluadas en educación.


Walter Paz Quispe Santos


En este país y en Puno, muchos profesores sin trabajo y de buen juicio recuerdan con intranquilidad las evaluaciones devaluadas que se practicaron donde los sobornos, coimas, favoritismos, compadrazgos, y hasta el camarillaje político fueron criterios para nombrar y contratar a nuevos servidores en el sector educación. Todos recuerdan las maniobras sucias del partido de gobierno actual para colocar a militantes de Perú Posible en la carrera magisterial. Y como no, la corrupción de muchos Directores de UGELs y los centros educativos de todos los niveles y modalidades que recurrían a mil artimañas para favorecer a algún postulante desempleado. Y las modalidades más conocidas como siempre han sido, favorecer en la entrevista personal, calificar mal los documentos del currículo vitae, convocar con unos minutos de anticipación al concurso para que nadie se de enterado del proceso y solo el favorecido que ya conoce de la fecha este presente, entre otros.

Sin duda, seleccionar al mejor, requiere de muchos criterios personales, académicos, profesionales, etc. Pero parece que en nuestra sociedad no se entiende aun los mismos, y hoy parece que el tiempo se detiene y no se ha avanzado en nada sobre el tema de las evaluaciones de los nuevos docentes. Y como es de esperar, nuevamente se venden certificados de capacitación falsos por doquier, se buscan los domicilios de directores y se habla de corrupción, coimas, y el lugar común como siempre toca el sector.

Por eso la preocupación de muchos profesores por sólo rendir una prueba de evaluación donde se encuentren preguntas sobre los diferentes aspectos de la profesión docente, y la no dependencia de una entrevista personal que generalmente es muy subjetiva, y la no verificación de la acumulación mediocre y mercantil de certificados del currículo vitae sea lo más deseado.

Existen quienes también exigen que sólo valga la antigüedad del título obtenido. Tal criterio muy usado en épocas pasadas, donde la frase “antigüedad es clase” era el parámetro de valoración. Pero, hoy que se reparten títulos profesionales como “casinos” o “naipes” en institutos y universidades de dudosa reputación, sin cumplir con los perfiles deseados; es necesario demostrar la formación profesional. Hoy que los certificados de actualización pueden conseguirse en la calle, es necesario mostrar que estamos actualizados de verdad. Hoy que existen demasiados directores y entrevistadores nada santos, es mejor no fiar de ellos.

El gobierno regional y la DREP deben tomar en cuenta que una evaluación responsable ayudará a que devaluados no sigan evaluando y los evaluados estén satisfechos porque se ha optado por un camino más razonable.

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