viernes, setiembre 22, 2006
Transparencia y rendición de cuentas.
Walter Paz Quispe Santos
Hay un derecho comúnmente dejado de lado, obviado con una sutileza sorprendente, el derecho a saber de todas las personas. Tenemos derecho a saber qué pasa con la cosa pública, de cómo se invierten nuestras contribuciones, pero la indiferencia es tal que la falta de rendición de cuentas es escandalosa en todos los municipios distritales y provinciales, y mayor en el Gobierno Regional. Y más indignante es aun cuando los Alcaldes y el Presidente Regional van a la reelección.
Que las autoridades políticas rindan cuentas, es uno de los imperativos de la democracia y su cumplimiento no se puede dejar a la buena voluntad y gracia de los gobernantes. La ciudadanía regional, así como de los distritos y provincias quieren ver con transparencia el ejercicio de las funciones públicas, desean tener respuestas claras y veraces por ejemplo ¿Cómo se toman las decisiones en el gobierno regional y los municipios? ¿Cómo se gastan nuestros impuestos? ¿Cuánto ganan el presidente regional y sus consejeros? ¿Cuánto gana el alcalde y los regidores? ¿Cómo ingresan a trabajar el personal contratado a la administración pública?, ¿cómo se invierten los presupuestos públicos?, ¿Qué pasa con los servidores públicos que cometen corrupción? ¿Y por qué la ambición de la reelección, si estuvieron cuatro o cinco años ejerciendo el poder y no hicieron rendiciones de cuentas?
Exigir transparencia, sobre todo a los candidatos que buscan reelegirse, es una prueba de la luz, y las autoridades que se resisten a dicha prueba ocultan en la oscuridad de sus procedimientos muchas cucarachas de la corrupción. Por eso, el candidato a la reelección debe colocar en la vitrina pública la información veraz, confiable y explicada en un lenguaje comprensible, sin modificaciones ni complicaciones del manejo de cifras para no confundir al ciudadano, porque hay una estrategia del juego de los números muy empleado en las contiendas electorales y es eficaz cuando se las presenta como “informe del experto” en los cabildos abiertos y no se consigue con ella más que la desorientación.
Donde hay dinero, ahí debe estar la mirada del ciudadano y allí también hay una obligación del gobierno de rendir cuentas, de proporcionar información y un derecho del ciudadano de exigir esta información y de cuidar estos recursos públicos. ¿Se puede volver a reelegir a una autoridad si su falta de rendición de cuentas es escandalosa? La mejor estrategia de reelección es sin duda la rendición de cuentas y eso hace que el ciudadano tome decisiones mucho mejor informadas, posibilitando que la sociedad evalúe mejor los resultados de su gobierno.
Por ejemplo: los municipios y el gobierno regional son grandes compradores por excelencia, es decir, las adquisiciones que se realizan periódicamente. Y en ese tema, sería importante que los que van a la reelección exhiban testigos sociales sobre las adquisiciones, licitaciones y otros manejos económicos. Y no como ocurre corrientemente sólo el contador o administrador en contubernio con la autoridad de turno conocen cómo se hicieron las adquisiciones.
Transparentar la gestión pública de los candidatos a la reelección debe ser uno de los objetivos de los medios de comunicación en vez de la descarada campaña electoral a favor de uno. Hoy la democracia necesita afianzarse y la mejor forma de hacerlo es la transparencia. Sólo la transparencia nos ayudará a institucionalizar el cambio y nos va a dar como ciudadanos un mayor poder frente a la autoridad. Venimos de una tradición donde la norma era considerar la información del gobierno local o regional como privada, y lo que veíamos salir a luz era un acto discrecional del servidor público, lo que él quería dejar ver. Hoy en día la nueva concepción de la Política ha dado un cambio revolucionario, es que la información del gobierno es realmente pública, es de todos, cualquier ciudadano tiene acceso a ella.
Construir la transparencia es tarea prioritaria de la ciudadanía, porque si los Alcaldes y el Gobierno Regional están donde están es porque de algún modo los han enviado allí los ciudadanos. Y los ciudadanos no tenemos derecho a quejarnos de la política si toleramos que la falta de rendición de cuentas y la corrupción continúe, y la mejor forma de expresar “una tolerancia cero” a estos vicios es no votar por ellos. Lo que se debe hacer cuando se está en contra de las corrupciones y esa forma escandalosa de proceder con el bien público, no es rechazar la política y alejarse de ella, al retirarnos de la participación política sólo hacemos que “la política del beneficio propio” sea un monopolio de unos cuantos allegados a los aspirantes a la reelección. La mejor forma de limpiar la corrupción y los malos manejos económicos es intervenir en ella, no permitiendo que se embutan en el poder. Apartarse de la transparencia y tolerarla, o decir como se dice comúnmente “no importa que robe pero que trabaje” es permitir que los corruptos de la política saquen mas provecho y controlen el poder a su antojo.
En los tiempos del autoritarismo abierto y aceptado, era más fácil discernir entre los ámbitos del poder y la prensa independiente; la frontera la delimitaban, la censura, el amedrentamiento, la represión; hoy en día, donde el lenguaje del cambio es común, cuando se exige transparencia sólo se da a conocer lo que conviene a las autoridades y se sigue ocultando lo que no, la delimitación no es tan obvia. Por eso el periodismo puneño debe continuar con su tarea de denunciar los actos de corrupción, que del bueno se encarga la oficina de prensa, de la neutralidad los suizos, del justo medio los filósofos y de la justicia los jueces como nos lo dice Horacio Verdisqui.
Si alguna vez los campos del poder y la prensa independiente estaban bien delimitados hoy es asqueroso observar como algunos políticos y periodistas se mimetizan en la corrupción, por eso no es raro ver cómo algunos figuran hasta en las planillas de pagos de trabajadores de obras públicas. Hoy en día la antigua práctica de corromper la pluma y hasta la conciencia del periodista resulta anacrónica frente a la posibilidad de invitar al informador a adentrarse en el círculo del poder, a darle prestigio mediante el acceso a la información pública, que el funcionario filtra a su antojo, como si se tratara de un bien exclusivo de su propiedad. En cambio a los periodistas que buscan informar la corrupción y el ocultamiento de hechos les espera la censura del círculo íntimo, la desinformación y el desprestigio. ¿En qué es corrupto el periodista en estos casos? Se pregunta Enrique Roldos, y se responde el mismo: “tal vez no lo sea tanto por el hecho de recibir dinero de terceros como por el hecho de engañar a miles o millones de personas que no reciben lo que esperan de él”
Posicionar la transparencia y la rendición de cuentas como su mejor expresión es una capacidad que debemos desarrollar los ciudadanos y los medios de comunicación en los espacios públicos frente a los municipios y el gobierno regional, y esto nos ayudará a no permitir que algunos sigan convirtiendo la cosa pública en botín y festín en nombre de la democracia.
Fuente: Los Andes.
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