martes, setiembre 12, 2006

Las elecciones que producen cangrejos.


Walter Paz Quispe Santos.


Los contables de la opinión pública contemporánea son los políticos, los comunicadores sociales y las empresas de sondeos. Ahora que se inicia la temporada electoral, los políticos puneños preparan las mascaras y maquillajes para bailar un carnaval seductor. Toca a la población una vez más la vendimia de discursos adosados de falacias y engaños, retóricas vacías y racanas. A los políticos ahora sólo les importa la opinión pública traducida en votos. Por eso, sumar votos como representantes de la “mayoría” es la consigna; y los comunicadores sociales son los portavoces cotidianos del “sentir de la calle” que se expresa, sin duda, en tiradas, cuotas de antena o de pantalla. Esa es la realidad de este huayño anarquista que empieza a sonar con altavoces y mixtura de carteles hasta deliberar “democráticamente” en las urnas al nuevo cangrejo y si hay suerte a un buen líder político. El cangrejo cuando desembarca en el poder busca propagarse y reelegirse, porque la ambición por el mismo lo obnubila y envuelve en la trufa. El cangrejo, –lo habíamos dicho en algún momento- tiene los movimientos retrógrados y se dice de él que impide el progreso de sus congéneres. Y en política es el animal que mejor simboliza a muchos que muestran una neurosis por el poder.

Los barómetros de popularidad se abren una vez más. El espectáculo circense empieza en el círculo vicioso de siempre. Los socios que ahora son una triada, gestionan las preferencias ciudadanas según los intereses convenidos mutuamente. Urnas, medios y sondeos buscan la imagen más favorable para presentar al cangrejo. La propaganda, es una parafernalia discursiva sensual de bonitas caras, más unas frases hechas que son los mismos rótulos, clichés y slogan de las campañas anteriores. El encuestador cumple con su tarea: contar las opiniones que se pueden computar y vender. Los cuestionarios tratan temas que ya están en el debate público y mediático y simplifican las respuestas, con un sí o no. El circulo se cierra cuando el político candidato a cangrejo lee las encuestas para mejorar los resultados de las siguientes “salidas de campaña” con mensajes igualmente engañosos que los medios amplificarán en busca de favores políticos, mientras las empresas de sondeos se venden al mejor (im) postor. Así es como los puneños viviremos estos días, y una vez más, en medio de la mediocracia y la sondeocracia que nos ha reducido al papel de espectadores, los “homo videns” seducidos por la imagen y el computo fugaz de las encuestas.

Identificar a la santísima trinidad, gestora de las preferencias electorales es muy importante porque nos ayuda a explicar el festín o la hambruna por la esfera pública. Hay una neurosis de poder de muchos políticos que ha degenerado la política y la democracia al buscar el poder para hacer de sus movimientos o partidos políticos en verdaderos comités de negocios que buscan ocupar todo gracias al clientelaje, el camarillaje criptocrático y redes caciquiles poco transparentes. No importa el desarrollo regional de Puno, menos el desarrollo local de nuestras provincias y distritos. La verdadera agenda política de una mayoría de candidatos no toma en cuenta los problemas críticos ni busca resolverlos. Sólo persiguen el poder para el bien de un sancochado de socios que se ponen una camiseta de un color elegido para la ocasión y jugar una “pichanga” electoral y si no ganan en la siguiente contienda vestirán otra camiseta de acuerdo con la nueva dinámica emotiva. Así sin principios programáticos, ni doctrinas políticas sólo generan el atraso y el estancamiento de nuestros pueblos. Esta “lógica electoral” ha convertido a muchas elecciones municipales y regionales anteriores sólo en generadora de cangrejos.

¿En que consiste el programa político del cangrejo? Sostener una propaganda que recurre frecuentemente a la mentira: su papel es de ejercer una influencia y sólo accesoriamente brindar informaciones sobre la verdadera identidad política del candidato y el grupo informal creado. La mentira es una manipulación de signos que pretende siempre situar al elector en inferioridad con respecto a quien miente. La ventaja de la mentira en relación con el ataque directo está en que, por hipótesis el ciudadano puneño no sabe que se le está atacando. Este tópico tiene una importancia porque hoy en día la organización de la propaganda está en manos de comunicadores sociales, y cuando éstos recurren a la mentira vuelcan toda su competencia “profesional”.

Uno de los principales medios que utilizan para ello es la información: dando falsas informaciones o sencillamente seleccionando las informaciones buscan modificar los juicios de los electores a favor de un candidato a cangrejo. Por eso una de las tareas del elector es defenderse de la mentira y buscar la resistencia crítica frente al engaño cotidiano. Un ejercicio de profilaxis para identificar la mentira como programa político tiene las siguientes características: en primer lugar, el candidato a cangrejo siempre apelará al sentimiento por ejemplo al puneñismo o juliaqueñismo de los ciudadanos. El objeto de la mentira será para ocultar, inventar o deformar algo. El político puede mentir acerca de sí mismo, del contrincante, de un tercero o incluso del entorno. Los signos de la mentira que emplea, es que hace percibir discursos orales o escritos, imágenes, falsos personajes, objetos o fenómenos, falsas acciones, falsos documentos. Y no sólo eso, realiza algunas operaciones como: hacer creer que una cosa existe, cuando no existe; hace creer, opuestamente, que una cosa que no existe, cuando existe; o deformar una cosa que existe.

El candidato demagogo para mejorar su reputación omitirá o negará un episodio enojoso de su vida, por ejemplo una participación en una operación financiera fraudulenta. Inventara un episodio heroico para mostrar su emoción social y deformará los elementos de su biografía, como aducir que en la universidad alcanzó el primer puesto mientras que en realidad quedó clasificado en rango inferior.

Si las actuales elecciones dan como ganador a un candidato mentiroso, su política sin ideas será como hemos podido comprobar estos años, la improvisación y la reculada municipal o regional. Su actuar será síntoma y síndrome de una neurosis de poder, esa enfermedad contemporánea que no nos permite avanzar. Y una vez más el cangrejo se asomará reptando en medio de la corrupción y el escándalo, sin norte ni brújula, y como siempre desorientado y rechoncho dando un paso para adelante y tres para atrás.

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