sábado, setiembre 02, 2006

La mentira populista y buen gobierno.





Walter Paz Quispe Santos.

Son muchos los “cuentos chinos”, es decir, las mentiras populistas que hemos venido escuchando de nuestros gobernantes y los aspirantes a serlo, sustentados en los viejos clichés, rótulos o estereotipos del populismo, que como lo señala el conocido Andrés Oppenheimer, siempre están presentes, siempre son derrotados y redivivos a pesar de esos fracasos.

No fueron menos mentirosos Ollanta Humala ni Alan García, en la última contienda electoral que al parecer estuvieron lejos de promover y prometer la capacidad de desarrollo de un país que en el presente siglo se sustenta en la certidumbre jurídica y la seguridad. La misma que puede expresarse de otro modo: no hay gobiernos de derecha, centro o izquierda, sino países que atraen capitales y países que los ahuyentan.

Tampoco lo es menos, Alejandro Toledo, quien hizo de la mentira un género, una demagogia socavada en la corrupción y que concluye para alegría de muchos peruanos y tristeza de los pocos toledistas que quedaron del sancochado político que usufructuó de los cargos públicos para traficar y enriquecerse.

Nada desmoraliza tanto a los electores como comprobar que aquellos a quienes han elegido en comicios libres estén dedicados a otros menesteres que el bien público y el buen gobierno. Ahora que existe un nuevo gobernante elegido, se le exige a la clase política, decencia política, y el partido de gobierno demuestre la dimensión pedagógica de la política donde exista coherencia entre el decir y el actuar. Porque en este país el decir o prometer algo, no se conoce ni reconoce con el actuar o cumplir lo prometido. Alan García conoce las consecuencias del mentir, y sobre todo los efectos de la demagogia populista. También Toledo y Humala probaron su amargo sabor. Además, el debate político del Perú ya no necesita más de Torres Callas, Pachecos ni Yanaricos que administraron Puno como una tienda de abarrotes antes que una región próspera y con desarrollo sostenible porque no entendieron las tensiones básicas de estos tiempos nuevos. Y todo, debido a la ausencia de una auténtica formación política y valores públicos sólidos.

Llegar a conclusiones claras sobre por qué algunos países de América Latina se están desarrollando y otros no y también las regiones de nuestro país, es constatar las propuestas serias y responsables de políticos capaces y el cumplimiento de las mismas. Por ejemplo, se conoce muy bien de los países y regiones que están reduciendo la pobreza y otros que continúan contando “cuentos chinos”.

Mientras tanto, el escenario mundial del siglo XXI según los economistas, tendrá tres bloques comerciales: el asiático, basado en China, que el 2007 entrará a un acuerdo de libre comercio con los países del Asia; el de la Unión Europea, con sus mas de veinticinco países; y el de América del Norte: Canadá, Estados Unidos y México, asociado con Centroamérica, y Chile. Son países que ya no están para los cuentos chinos y que entienden que sólo la inversión, productividad y competitividad ayudan a reducir la pobreza.

Acceder a esos mercados es clave, no lo haremos cerrando los Mc Donald´s a lo Chávez, o nacionalizando Hidrocarburos a lo Evo Morales. Al menos así lo entendieron los chinos que aun siendo un sistema comunista abren las puertas a más Mc Donald´s, asumiendo el pragmatismo y proyectándose así como una de las potencias emergentes. No se quedaron atrás los irlandeses que por muchos años fueron considerados los latinoamericanos de Europa, hoy ellos comprenden que no bastaba producir la materia prima como la madera, sino transformarlo, hicieron muebles de diseño, luego pasaron a producir diseños industriales, y enseguida vino los diseños de celulares, y ahora tienen la economía más sólida del mundo.

Aquí en Europa si te sirves una taza de café te cobran tres euros, tres centavos van al productor de café. El 99% de esa taza va al productor de la ingeniería genética de la semilla, al distribuidor, al que hace el mercadeo, el empaque, el envío, la publicidad, es decir, todo lo que se conoce como economía del conocimiento. Y nosotros los peruanos aun no hemos pasado de las materias primas, tenemos colegios agroindustriales sin infraestructura, institutos tecnológicos obsoletos y universidades “técnicas” sin tecnología que no generan empresas de servicios y alta tecnología.

La clase política actual –compuesta por nacionalistas, apristas, fujimoristas, y social demócratas cristianos – debe comprender que no se puede pretender resolver los problemas actuales de nuestro país con ideas del siglo XIX. Ya nuestros economistas y sociólogos nos han dicho que como país somos inviables. ¿Lo seguiremos siendo?

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